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MISCELÁNEA Batalla de Panzacola Le obliga a tomar esta drástica decisión su acendrado sentido del deber que le obliga a intentar cumplir la misión de la manera que sea, además esta decisión se fundamenta en el amplio conocimiento que tiene sobre Panzacola y sus defensas El domingo 18 envía un desafío en forma de granada “Una bala del 32” recogida en el campamento que conduzco y presento es de las que reparte el fuerte de la entrada (Red Cliffs), el que tenga honor y valor que me siga. Yo voy por delante en el Galveztown para quitarle el miedo”. Calvo estalla, pero su cólera no tendrá consecuencias. Desde primera hora se aprestan el Galveztown su pequeño bergantín, la balandra Valenzuela y las dos cañoneras únicos buques en los que Gálvez tiene mando exclusivo. A las 14.30 sube al Galveztown, va solo en la toldilla, sin ningún mando que le acompañe, realzando más su gesto. Manda a Pedro Rousseau que arbole la corneta, signo de su rango1 y que dispare las 15 salvas reglamentarias para saludar a ejército, a la escuadra y que fuerte enemigo no tenga duda de quién va a pasar. Con una leve brisa favorable Gálvez inicia su más importante travesía con los otros tres barcos siguiéndole pendientes de él. El fuerte abre un fuego graneado contra el bergantín en cuya toldilla se recorta la figura de nuestro héroe. Hasta 28 disparos hacen los ingleses atravesando velas y jarcias, pero Gálvez ha calculado bien y el barco pasa prácticamente indemne y ya en la bahía dispara 15 nuevas salvas mientras en la batería de Sigüenza estalla el júbilo. Este ejemplo de valor cambia la actitud de los capitanes (era más bien por respeto a su Jefe). Calvo en el momento más crítico de su vida continua aferrado a su negativa y 81 último. Calvo lo interpreta como un deshonor para su barco y ‘arde Troya’, cuando el día anterior todos querían ser el primero detrás del navío, ahora todo son inconvenientes, (Una vez más, le resulta más complicado a Gálvez lidiar con los compañeros - los marinos especialmente - que luchar contra los ingleses. Ese mismo día escribe a Calvo pidiéndole una solución y este le responde al siguiente que no la hay, que los barcos vararían y taparían la entrada. Se llega a una situación muy complicada pues Gálvez es el comandante en jefe de todas las fuerzas, pero en las decisiones de temas navales Irazábal tiene la última palabra. A principios de abril José de Gálvez había enviado una carta a La Habana en la que se destituye a Navarro, Navia y Bonet, sustituyéndolos por Cagigal, Gálvez y Solano en Marina, pero por desgracia esta carta llega tarde. El 13 de marzo Gálvez insiste ante Calvo, haciéndole notar que no hay el temido fuego cruzado, que el plan se acordó en Cuba y que no puede desembarcar a los hombres en tierra firme. Calvo consulta a sus capitanes en una Junta de guerra y recibe más de lo mismo. Esa misma noche Gálvez manda aviso a Ezpeleta de que avance y a la noche siguiente envía a Pedro Rousseau a sondar la barra ante el estrecho, y este le informa que puede pasar hasta el San Ramón a plena carga. La oposición frontal de Calvo va en aumento, el 15 le envía una carta a Gálvez en la que le vaticina grandes desgracias si intenta entrar en la bahía. El 16 Calvo, tras nueva Junta, insiste en su negativa y el tono de las misivas que se cruzan cada vez se hace más agrio. Ese día llega de La Mobila una cañonera con el Tte de Fragata Juan Riaño (futuro concuñado de Gálvez) que solicita apoyo de más lanchas para que Ezpeleta cruce el rio Perdidos. Calvo no pone objeciones e incluso añade al Pio, un barco de escaso calado. Al final Gálvez se queda con dos cañoneras que necesita para sus planes, ya que el estado de la mar empeora y hay que actuar con rapidez. Es en ese momento cuando Bernardo de Gálvez muestra su valentía, voluntad de vencer y arrojo, pese a encontrarse convaleciente de su crónica enfermedad producida por un parásito intestinal, decide afrontar él solo la situación. Ante este amotinamiento de los marinos decide que la única solución es el ejemplo personal asumiendo en solitario la arriesgada misión. El día 17 Gálvez ya ha decidido que va realizar la acción clave: va a entrar el primero en la bahía en el Galveztown por la zona más alejada de Red Cliffs, para que sirva de ejemplo a los demás, convencido de que al final le seguirán. 1 Insignia de Jefe de Escuadra, constituía una provocación para Calvo pues suponía que los cuatro pequeños barcos llegados de Nueva Orleans eran una escuadra independiente. Con este gesto además de irritar a Calvo, lo que no era poca venganza personal, Bernardo de Gálvez logró infundir entre todos los presentes, soldados y marinos sin distinción, una enorme moral de triunfo


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