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En sus inicios, este confl icto no hizo más que seguir el denominado Plan Schlieffen, propuesto desde principios del siglo XX por el jefe del Estado Mayor del II Reich alemán, Alfred Graf von Schlieffen, basado en la táctica seguida por Aníbal en la batalla de Cannas y que contemplaba al detalle la invasión y la derrota de Francia. En líneas generales, este plan contemplaba para afrontar de manera simultánea al combate en dos frentes este (Rusia) y oeste (Francia) y sobre la base de que el ejército ruso tardaría seis semanas en tener dispuestas sus tropas en el frente, que el Ejército alemán movilizaría 1.500.000 hombres para la invasión de Francia, mientras mantendría 500.000 en el este para rechazar el ataque de los rusos. Para conseguir esta rápida invasión, concibe una fortísima ala derecha con el objeto de desbordar a los ejércitos franceses, pero para ello se hacía necesario el paso por Bélgica, por lo que gran parte de la planifi cación alemana dependía de que Bélgica permitiera el libre paso por su territorio, posibilitando así cumplir el calendario previsto y el empleo masivo de las comunicaciones férreas y por carretera existentes y necesarias para alimentar a tan considerable ejército. Schlieffen falleció en 1913, y el plan de batalla fue modifi cado por su sucesor Helmuth Von Moltke quien transformó la estrategia de Schlieffen “Sed osados y atrevidos” por la más moderada “No seáis demasiado osados” y disminuyó el potencial del ala derecha, factor clave de la operación, a favor del ala izquierda y del frente oriental. Pero además de los cambios efectuados por Moltke este plan mantenía dos incógnitas: ¿Permitiría Bélgica el libre paso por su territorio? ¿Cuál sería la reacción de Inglaterra ante la invasión de Bélgica, país declarado “como un estado independiente y perpetuamente neutral”, tratado que había sido ratifi cado entre otros por Inglaterra?. Desgraciadamente para Alemania, Bélgica no permitió el libre paso por su territorio y optó por defender su soberanía, y su invasión provocó la entrada de Inglaterra en la guerra. Ante este hecho, la rapidez en rendir a Francia cobró otra dimensión, pues si se alargaba en el tiempo, Alemania corría el riesgo de que la fl ota inglesa bloquease los puertos de interés alemanes, difi cultando o impidiendo la llegada de vitales recursos. De esta manera, el 3 de agosto de 1914 las tropas alemanas cruzaron la frontera belga. Siendo impensable plantearse que el reducido y mal equipado y preparado ejército belga pudiese enfrentarse al poderoso ejército alemán, la estrategia belga fue ralentizar por todos los medios a los alemanes y dar tiempo a que franceses e ingleses llegasen en su ayuda. El primer enfrentamiento de cierta envergadura, se produjo en el sitio de Lieja donde los alemanes se dieron cuenta que el paso por Bélgica no sería “un paseo” y los alemanes en 84 Armas y Cuerpos Nº 139 ISSN 2445-0359


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