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Entrevista con la vida privada. Yo si que lo he hecho. Para mí, el peor momento de una cobertura y en los últimos años más todavía, es darle al cero en el ascensor de mi casa. Irme con 40 o 60 kilos de peso, entre la mochila, la cámara, el chaleco antibalas, si tengo que llevar un satélite… y dejar una casa en la que estoy cómodo: si tengo calor pongo el aire acondicionado, si tengo frío pongo la calefacción… Y de repente tener que dejar todo esto para montarme en un taxi, ir hasta una parada de autobús, coger un tren nocturno, llegar a un aeropuerto y coger un avión para desembocar en Bagdad o en Kabul para ver un desastre anunciado. A mí no me excita ir a la guerra. He llegado a la conclusión de que continúo yendo a estos sitios porque sigo creyendo que es importante documentar los dramas humanos y que uno sin documentar es peor que mal documentado. Si no, no existe... Y la violencia contra la población local será aún mayor. Porque, si siendo testigo pasa, sin testigos pasarían cosas mucho más graves. Además, debes ser un poco coherente, no solo con lo que piensas, sino con lo que ha supuesto la muerte de tus compañeros. Tengo una docena de compañeros muy amigos, muertos en zona de conflicto. Unos son muertos en emboscadas, en tiros cruzados y otros asesinados directamente. Piensas: “¿ahora vas a quejarte de que no puedes ir a este sitio o al otro cuando ellos están muertos?”. Cuando me dan un premio, yo sé realmente que, si hubieran estado, se lo hubieran dados a ellos. Soy muy consciente; no es la puesta en escena, creo que hay que llenar de razones de peso la vida de alguien que va a lugares oscuros. En el Ejército, cuando vas a Bosnia, Afganistán o a Irak tienes un complemento de sueldo. En el periodismo, no. Yo no gano más por estar ahí. En los últimos años todo se ha ido al garete, económicamente es un desastre cómo se Es un desastre como se paga económicamente el periodismo internacional. Tienes que buscar razones para aguantar paga el periodismo internacional, las colaboraciones. Tienes que buscar razones porque si no, no aguantarías. Precisamente, coincidió con el Ejército de Tierra en Bosnia-Herzegovina, Afganistán, Irak… También en El Salvador, en 1991-92. La primera misión española importante en el extranjero fue la ONUSAL, la misión de pacificación que dirigió el general Suances, quien fue el máximo responsable. Cuando se firmó la paz en El Salvador, llegaron 101 oficiales del Ejército español. También vi a los españoles en el Kurdistán en 1991, en la Primera Guerra del Golfo. Después, en diciembre de 1992, tomé las fotografías de los primeros soldados heridos en Jablanica. Iban en un blindado 57


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