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Tierra_digital_especial_30_años_de_la_mujer

ESPECIAL MUJER ingresar y que el plazo de inscripción, para realizar las pruebas de voluntario especial, finalizaba ese día; me dio los documentos y me asesoró para rellenarlos y poder enviarlos; 18 fue un día de locos y carreras para entrar en el plazo, pero ¡lo conseguí! Otra de mis dudas era dónde ingresar, pues me gustaban mucho las unidades muy operativas. Por un vecino me atraía ingresar en los Boinas Negras, que era como se conocía en esa época a la BRIPAC, y así se lo hice saber al capitán Mora, que me explicó que ese nombre venía del uso de su boina, de ese color, y símbolo de los Caballeros Legionarios Paracaidistas (CLP), y que lo conocía bien por que perteneció a ellos en otra época. Desde que empezó, en mayo del 1992, todo el proceso, hasta que ingresé, el 23 de octubre de 1992, en el Batallón de Instrucción Paracaidista (BIP), en Jabalí nuevo (Murcia), siempre pensé que había más mujeres en el Ejército, lo que no sabía es que solo estaban en las academias o entre los oficiales (y en determinados cuerpos). ¡Alguien tenía que ser la primera y servir de conejillo de Indias! Mi sorpresa fue cuando informé al BIP, vía telefónica, que mi llegada se retrasaría un día, por problemas de los vuelos, y al hablar con el cuerpo de guardia, el cabo 1° que me atendió afirmó confundido: “Pero usted es una mujer”, “Sí, claro” —le contesté—, y él muy extrañado me dijo, “Las mujeres no pueden hacer la mili”; y yo le tuve que explicar que tenía la comunicación de ingreso. No había nada preparado el día 23 cuando me incorporé, y me llevaron a un despacho con recelo y molestia de algunas personas. Mi dormitorio era un cuarto solo para mí, sin puerta, y con taquillas como “biombo” y un baño que compartía con los cabos 1°. Muchos de ellos manifestaron su malestar y objeciones, pero también tuve muchísimos defensores, que me animaban cada día. Los primeros cinco meses fueron duros, porque estaba yo sola entre tantos hombres; me convertí en uno de ellos, en cuanto a comportamiento y actitud, parecía una marimacho. Tener un hueco, comportándome como una mujer, fue difícil, y tuve ayuda de las siguientes mujeres con las que trabajé, y con las que se fue adaptando a la mujer un mundo que era enteramente de hombres. Ellas también deben ser reconocidas. Fui la primera, junto a tres compañeras y una oficial de Sanidad, en desplegar en una misión en el exterior, en Bosnia-Herzegovina en el año 1993; allí se vivían momentos difíciles, de hecho, durante el despliegue de la Agrupación “Madrid” falleció el comandante Álvarez, destruyeron el Stari Most... Esa fue una gran experiencia, de la cual tengo grandes recuerdos y grandes pesares; en misiones es donde realmente se vive la vida militar, el día a día en un sitio hostil, mirar siempre tu espalda… Durante el tiempo que estuve en esta misión perdí a mi padre, sin poder despedirme de él... El trabajo fue duro, y para mis compañeros que estaban desplegados en el interior fue


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