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ESPECIAL MUJER muy crítica, tras obtener el título de Dama Auxiliar de Sanidad Militar de primer grado, inicié los estudios correspondientes a la Diplomatura en Enfermería, y soy diplomada en Enfermería desde 1993. He trabajado en distintos centros, principalmente, en el Hospital de Barbastro, en la vertiente asistencial, también gestora y algo menos como docente, a la vez que me he ido formando y especializando de forma continuada. En el año 2004 recibí, mediante la subinspectora de Damas de Zaragoza, la comunicación y los trámites para ingresar en la Reserva Voluntaria, y de inmediato formalicé la documentación requerida, siendo nombrada alférez reservista voluntaria enfermera de Cuerpos Comunes, y ascendida a teniente en 2012. Me estoy permitiendo la licencia de explicar el cómo en la medida que explica el porqué; es decir, finalmente, se me ofrecía la posibilidad de retomar, continuar y mejorar mi contribución en el servicio a España y a los españoles en una Institución capital de nuestra organización social, en la que el vínculo entre las diversas tareas diarias y la consecución de resultados está estrechamente formalizado con los principios, valores e ideales que le son propios. Y también esta recompensa suponía acceso a compartir mi desempeño profesional sanitario en otro contexto y sus diversos escenarios, estar preparada para particulares exigencias e interactuar con profesionales que presentan necesidades de salud diferentes, en términos generales, a los pacientes de hospital. La reacción en mi entorno fue desde la indiferencia inicial en el entorno laboral habitual, hasta admiración, en el momento actual; extrañeza, junto con sorpresa, entre vecinos; y con profundo orgullo y auténtica satisfacción de mi familia, parientes y amigos. Siempre me he sentido una más en la Institución. Eso ha sido así durante algo más de una docena de años, en los que he pertenecido a la Reserva Voluntaria, en los cuales he estado activada algo más de 30 meses hasta la fecha, y, por tanto, he podido y puedo interactuar con los miembros militares de las distintas unidades (en los Ejércitos de Tierra y el Aire, así como la Armada) me he sentido y siento muy bien, con la uniformidad que me corresponde, con las exigencias y recompensas de mi empleo, y muy motivada a compartir conocimientos, prácticas, dificultades y, en definitiva, vivencias. Y esto ha sido así con otros reservistas y sus asociaciones, con organismos, como delegaciones o subdelegaciones de Defensa, y, en más intenso grado, con los soldados con los que he servido; desde el jefe máximo hasta el efectivo recién incorporado; de todos ellos mantengo permanente recuerdo y afecto. En mi caso, todo han sido facilidades por parte de la dirección del Hospital y por los compañeros de trabajo, a los que quiero agradecerles ese mayor esfuerzo. 21


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