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Tierra_digital_especial_30_años_de_la_mujer

ESPECIAL MUJER Ellas han empañado de tristeza los 42 ojos del Ejército de Tierra, que no olvida su labor y dedicación. Su esfuerzo y valentía han servido como ejemplo para todos los ciudadanos. Ellas son Cruces del Mérito Militar por su conducta encomiable: con distintivo rojo, porque fallecieron en zona de operaciones; y con distintivo amarillo, porque perecieron o se hirieron en acto de servicio. Con su lealtad, dieron la vida por España y dedicaron los últimos minutos de sus vidas a su vocación. La primera en morir en acto de servicio, en 1998, fue la cabo Susana Lázaro Filgueira, natural de Madrid y con 22 años. Era químico-artificiero y una de las dos militares de tropa destinadas en la Academia de Infantería. Pereció a consecuencia de un accidente por el impacto de una granada de C-90 en el momento de su descarga. Distintivo rojo La soldado Idoia Rodríguez Buján apenas llevaba en el Ejército dos años y medio, encuadrada en el Regimiento de Infantería Ligera Aerotransportable nº 29, en Pontevedra. Siempre había querido ser militar y culminar una experiencia internacional era una forma de superación profesional y personal —compartía destino con su pareja, con quien iba a casarse—. De golpe, sus sueños se rompieron cuando apenas tenía 23 años: en febrero de 2007 el convoy en el que viajaba pisó una mina en Shindad (Afganistán); estaba encuadrada en la operación Fuerza Internacional de Asistencia para la Seguridad (ISAF, por sus siglas en inglés) de la OTAN. Su recuerdo no se ha ido y cada año su pueblo, Friol (Lugo), y la BRI VII la recuerdan con un homenaje. Idoia fue la primera mujer fallecida en operaciones, por eso, en marzo de ese año, se creó en su honor el premio Soldado Idoia Rodríguez, mujer en las FAS, que reconoce el trabajo en pro de la igualdad. Era la segunda vez que la soldado Niyireth Pineda Marín desplegaba en Afganistán y ya había planeado que, a su regreso, viajaría a Colombia, para ver a su madre. Sin embargo, esta vez no tuvo billete de vuelta. Su vehículo patrullaba por una carretera al norte de Qala-I-Naw, en 2011, y, como en el caso de Idoia, pisó una mina. De nuevo, una mujer fallecía en la operación ISAF, esta vez junto al sargento Argudín. Niyireth, de 31 años, había sido maestra en Colombia, pero vino a España buscando para su hijo —que ahora tiene 20 años— las oportunidades de las que ella careció. Decidió ingresar en el Ejército de Tierra en 2006, aconsejada por su hermana, también militar. Estaba destinada en el Regimiento Infantería Ligera “Soria” nº 9, en Fuerteventura, y amaba su trabajo. Cruces amarillas La sargento Sonia Ruiz Navas tenía muy claro que quería ser militar. Persiguió su sueño e ingresó en las FAS en 1993; más tarde, por promoción interna, accedió a la Academia General Básica de Suboficia-


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