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Tropas_Montaña_002

T R O P A S D E M O N T A Ñ A Historia / 45 Cada año, un grupo de solda-dos de la Compañía de Es-quiadores Escaladores Para-caidistas (Cía. EE. EE. PP.), de la antigua División de Monta-ña nº 62, nos reunimos en las laderas del monte Orhi, Pirineo navarro. Allí, junto al túnel que atraviesa la montaña, hay un sencillo monumento -una cruz y una lápida con cuatro nombres-, que recuerda los acontecimientos ocurri-dos en ese entorno, el 24 de octubre de 1964. A la cita acuden hombres, ya con mu-chos años, que fueron soldados de reemplazo y mantienen viva su per-manencia en el Ejército, sirviendo a España. Ello les hizo vivir unos hechos rudos e inhumanos, en contra de la na-turaleza, obligados a la superación de un intensísimo frio, una tempestad de nieve y ventisca, una inmensa fatiga por el esfuerzo realizado y, asimismo, la im-potencia ante las adversidades con que se enfrentaron. El encuentro es emo-cionante; en él las experiencias com-partidas y los ejemplos de sacrificio, entrega y abnegación vividos, se unen al recuerdo de aquellos que entregaron su vida a la patria, en aquellas solitarias cumbres. Era una unidad de Tropas de Montaña ejemplar, a la que su capitán y funda-dor, desde octubre de 1962, D. Joaquín Calvo Fernández, supo imprimir un gesto de servicio, disciplina, entrega, cohesión, eficacia y sacrificio, que se manifestaba en cualquier ocasión y cir-cunstancia y se evidenció en estos he-chos. La meteorología fue determinante para el desarrollo de los acontecimientos, pues sus condiciones variaron, inespe-radamente, en una época con previsio-nes muy rudimentarias, sin la capaci-dad de difusión actual. RELATO APRETADO DE LOS ACON-TECIMIENTOS La compañía, de guarnición en Pam-plona, realizaba un ejercicio de adies-tramiento, consistente en el “reconoci-miento para el enlace táctico entre los valles de Salazar y Roncal”, en el Pirineo navarro. Estaba bien instruida y adies-trada; recientemente había finalizado el curso de escalada divisionario en la sierra de Sarvil, en Echauri (Navarra) y en el valle de Belagoa. La actividad se inició el 21 de octubre, estableciendo el campamento cerca de Izalzu (Navarra), en unos barracones de los ingenieros militares que organi-zaron la frontera, a raíz de la II guerra mundial. El día 22, se realizó un reco-nocimiento de Abodi y Picatua, con un tiempo espléndido, calor y visibilidad perfecta. Marchamos, en camisa, dis-frutando de los paisajes del Orhi (2017 m.) y la selva de Irati. La marcha no fue fatigosa, a pesar de las fuertes pendien-tes y del esfuerzo que suponía portar el equipo y armamento, individual y colec-tivo, con dotación de munición. Para el día 23 se planteó una marcha que, partiendo del campamento (843 m.), siguiera por el monte Crucheta (1.100 m.), Ochogorrichipia (1.700 m.), y Picatua (1.370 m.); suponía una dis-tancia reducida de 18 km. y desnivel de


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