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Historia y Patrimonio HISTORIA El joven Hessen-Homburg es, desde luego, un príncipe ambicioso, puesto que a la pregunta que le dirige el Consejo de Estado sobre sus pretensiones al viajar a España y ser recibido por el rey, no duda en responder que ansía ser nombrado general de la Caballería de Milán. Y así puede leerse en la carta, que con fecha 28 de agosto de 1652, dirige al secretario de Felipe IV, Luis Méndez de Haro, y que se conserva aún en la Real Academia de la Historia: «...y como he sabido después que estaba vaco el de general de la Caballería de Milán, que teniendo experiencia de cuan frecuentes son por allí las ocasiones del real servicio de Su Majestad, confiado como debo en la magnanimidad que Vuestra Excelencia me hace, y en su amparo, ya que no puedo valerme de otro medio si no es el de éste, vengo a significar a Vuestra Excelencia que sería para mí de suma estimación y gusto si Su Majestad fuese servido de hacerme merecedor de él11...». Además, manifiesta ser el único Hessen-Homburg que sirve en ese momento al rey español: «Que yo soy hoy el solo de mi casa que tengo la honra de militar debajo de las banderas de Su Majestad». Sin embargo, las gestiones ante el Consejo de Estado para conseguir sus pretensiones comienzan a torcerse tras manifestar el príncipe Jorge Cristián su interés en ser recibido en audiencia pública por Felipe IV y en serle permitido permanecer cubierto ante el rey, tal y como el archiduque de Austria le había autorizado durante una cena en Bruselas. El asunto, que tal vez visto con los ojos de hoy nos puede parecer baladí, tenía en aquellos tiempos su importancia, ya que solo a los Grandes de España se les permitía estar cubiertos en presencia del Rey. Y como señala en sus deliberaciones el Consejo de Estado, y menciona Hintereicher, permitir que Jorge Cristián se mantuviese cubierto supondría un agravio comparativo con otros landgraves del Sacro Imperio. Que los príncipes eran un tanto peculiares y miraban mucho por su reputación, lo que suponía más de un quebradero de cabeza para el gobernador de Flandes, queda manifestado en una carta de Leopoldo Guillermo a Felipe IV fechada el 20 de febrero de 1653: «ya he dicho a Vuestra Majestad cuan embarazosos son aquí estos cadetes de Príncipes del Imperio, y el landgrave no lo será poco12». Van pasando los meses de 1652, y Jorge Cristián no logra ver realizada su intención de tratar al rey en audiencia, pese a que el Consejo de Estado le propone como alternativa una, pero privada, con Felipe IV, algo que el de Hessen-Homburg entiende como poco digno para el nombre de su Casa, y así se lo expone, en otra misiva de 29 de enero de 1653, al arzobispo de Rodas y nuncio del Papa Inocencio X en España, monseñor Francisco Gaetano: «sería siempre en mí el pasar por ésta hacer yo un agravio manifiesto a mis parientes13». Firma autógrafa de Jorge Cristián, que firmaba en italiano como Giorgio Christiano de Hassia, original. Real Academia de la Historia 11 Colección Salazar y Castro. Real Academia de la Historia. Madrid. Volumen A-94, nº 14.839 del inventario. 12 Hintereicher, Margarete. Op. cit., pág. 256. 13 Hintereicher, Margarete. Op. cit., pág. 254. Memorial de Caballería, n.º 86 - Diciembre 2018 97


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