Page 53

ArmasCuerpos_140

Bandera coronela del Regimiento de Milicias de Badajoz. 1760. Lámina de A. Manzano. Portada del ‘Libro de la Ordenanza de los Toques de Pífanos y Tambores’ de Manuel Espinosa. 1761. Biblioteca Nacional. Ciertamente, era necesaria una cierta fantasía para representar gráfi camente episodios de nuestro pasado sobre los que apenas había restos arqueológicos o documentales que permitieran su representación pictórica. Esta fantasía debió de afectar, también, al relato sobre el origen del Himno Nacional; un relato decimonónico de indocumentado fundamento que refería un, por otra parte, innecesario origen prusiano y que algunos siguen repitiendo a pesar de que el eminente musicólogo Ricardo Fernández de Latorre6 pudo establecer, en 1972 –hace ya 46 años-, la historia documentada de sus orígenes. Sin embargo, ni sus esfuerzos en divulgarla más allá de lo escrito, ni los de historiadores como Fernando Redondo Díaz7 y otros han logrado que se imponga la historia documentada a pesar de que basta leer sus trabajos para olvidarse del pretendido origen extranjero de la Marcha Granadera. La fantasía original El origen prusiano de la Marcha Granadera nació con un artículo publicado en 1861 en el periódico La España Militar. El coronel Antonio Vallecillo, conocido estudioso de las Reales Ordenanzas, contribuyó a su difusión en el periódico El Espíritu Público del 29 y 30 de septiembre de 1864 relatando una audiencia concedida por Federico II de Prusia al general español Juan Martín Álvarez de Sotomayor que tenía el encargo de nuestro rey Carlos III de aprender la táctica prusiana; ello, decía, sorprendió al rey prusiano pues sus perfeccionamientos tácticos procedían, según el mismo monarca, nada menos que de la obra Refl exiones Militares del español marqués de Santa Cruz de Marcenado, famoso general y tratadista militar de principios del XVIII. El general español recibió los reglamentos prusianos y, además, la partitura de una marcha que “aceptada por Carlos III, es la que hoy –decía Vallecillo- usamos con el nombre de marcha real”. El relato creció cuando, años después, el periódico Los Sucesos del 1 de diciembre de 1868 publicó un largo diálogo entre Federico II de Prusia y el capitán general español Pedro Abarca de Bolea, conde de Aranda, que repetía lo que había descrito el coronel Vallecillo, pero cambiando al personaje español, e incorporando largos párrafos y matices de cuando el conde se sorprendía, se mordía los labios o hacía una pausa. Tanto detalle y realismo, junto con nuevos detalles referidos a la partitura, reforzaron la credibilidad del relato. Sin embargo, el ser casi imprescindible un secretario que hubiera levantado acta y el hecho de que, aparentemente, esta hubiera permanecido oculta durante casi un siglo, deberían haber provocado la sospecha de la existencia real de la entrevista, si no bastaran por sí mismas las discordancias de fechas puestas de manifi esto por el entonces teniente coronel Redondo. Posteriores publicaciones en 1884 y 1903 reiteraron el relato, por lo que apareció en la gran Enciclopedia Universal Ilustrada Espasa Calpe aparecida en 1908 y repitiéndose hasta el presente. Abril - 2019 Armas y Cuerpos Nº 140 53


ArmasCuerpos_140
To see the actual publication please follow the link above