FIEL A TU HISTORIA Y DIGNO DE TU HONOR Y DE TU GLORIA

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MISCELÁNEA FIEL A TU HISTORIA Y DIGNO DE TU HONOR Y DE TU GLORIA D. JORGE GARCÍA DE HERRERA FERNÁNDEZ El pasado 26 de diciembre nos dejó el coronel Jorge García de Herrera, una persona que ha marcado profundamente a quienes lo conocieron. Accedió a la Academia General Militar y cursando sus estudios en la Academia de Infantería de Toledo, como consecuencia de un Acto heroico (en cuyo honor se levanta hoy un Monumento en dicha Academia) ingresó en el Cuerpo de Mutilados en el cual desarrolló su carrera militar hasta el grado de coronel de Infantería. Esta circunstancia, lejos de hacerle permanecer conformado, le espoleó para estudiar la carrera de Letras. Aprobó las Oposiciones a Catedrático de Historia del arte y accedió a dar clases en el Colegio de los Jesuitas de Málaga, San Estanislao de Kostka (El colegio del Palo) en el que cultivó la educación de cientos de malagueños en los muchos años en que fue su maestro, mucho más que su profesor. Conferenciante, poeta, escritor, investigador, historiador civil y militar deja una imborrable huella de rectitud, bondad, honestidad, lealtad dejando un enorme amor en todos quienes le conocieron. Cadete Jorge García de Herrera 98 Nacido Málaga en 1933, accedió a la Academia General Militar en 1953 y dos años más tarde, el 28 de octubre de 1955 ya cursando sus estudios en la Academia de Infantería de Toledo, protagonizó un hecho heroico que marcaría el resto de su vida y de la de los muchos otros que con él estaban: En unas maniobras anticarros un soldado lanzó una granada de forma defectuosa tanto en su parábola como en su trayectoria yendo a quedar – sin explosionar – junto a un grupo de Alféreces; viendo que no se habían dado cuenta, y seguro de que hubiera sido la muerte en el acto de varios de ellos, no dudó en correr hacia ella, lanzándose sobre el artefacto y cuando intentó arrojarla lejos del alcance de cuantos allí estaban, explosionó. Su cuerpo tendido y ajado quedó moribundo en el campo de maniobras Él lo narró así: “En la tierra humeante la granada preludiaba una terrible explosión parecía una fiera agazapada que acechaba el momento y la ocasión Todos saben no es posible hacer nada porque esto no tiene solución pero un Cadete acude a la llamada que brotando le está en el corazón Avanza y corre, se acerca y la coge, mas ya es tarde, pues el tiempo se agota y entonces ven que la granada explota Un enorme dolor les sobrecoge al ver desecho el cuerpo de su amigo que por ellos se entregó: Y dan testigo” Varios compañeros que se encontraban en ese momento honraron el sagrado juramento de no abandonar jamás a un hombre en el campo hasta perecer todos y uno de ellos el coronel D. Carlos Félix de Ribera Berdugo – “catarro” – cargó su cuerpo moribundo hasta una ambulancia que llegó a la Academia y desde allí fue trasladado al Hospital Militar de Maudes, sufriendo innumerables operaciones que le salvaron la vida, dejándole un fatídico rastro de pérdida total de su mano derecha, daños en la izquierda,


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