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11 Mando de Artillería Antiaérea creo que diferencia a la carrera de las armas de cualquier otra actividad profesional, que es ese ejercicio del mando de manera continua e integral, cubriendo todos los aspectos de la vida, más allá del mero ejercicio de “un tra-bajo”. El gran reto de todo artillero que tenga responsabilidades de mando es que está deci-diendo sobre alguien al que, al igual que a él mismo, para pertenecer al Arma le han exigi-do el juramento de que si es necesario entre-gará su vida por España. Estas reflexiones están dirigidas sobre todo a los más jóvenes: oficiales, suboficiales o tro-pa que se incorporan a este Arma, que se pre-cia de ejercer el compañerismo en su más alta expresión. Y el ejercicio del mando está, por su-puesto, íntimamente ligado al compañerismo. El liderazgo No paramos de escuchar hablar –como si fueran nuevos conceptos– sobre el liderazgo o sobre el mando orientado a la misión (“mission command”). Estos conceptos –presuntamen-te novedosos– no son más que “mandar bien”, de manera que el subordinado sepa y entienda lo que debe hacer, fomentando y facilitando su propio liderazgo. No hay nada nuevo en los as-pectos que conforman el liderazgo, que están muy relacionados con aquellos en los que los antiguos griegos basaban la retórica: el ethos (convencer apelando a la autoridad, a la honra-dez del jefe), el pathos (apelar a los sentimien-tos) y el logos (utilizar el planteamiento lógico). De nada sirve una persona con gran capaci-dad técnica sentado en una Dirección de Tiro SKYDOR, o en el FDC del sistema NASAMS, o en la ICC o la ECS del sistema PATRIOT, si no tiene asumido que lo más importante de su cometido es saber mandar, dar ejemplo, estar muy preparado, que su misión es combatir y que ha asumido que puede morir haciéndolo. La disponibilidad permanente Y quizás lo que deba tener claro desde el principio el que manda, es que debe él mis-mo Hace ya 2.300 años que Aristóteles escribió Retórica y todavía hoy se siguen estudiando sus enseñanzas sobre el ethos (convencer apelando a la autoridad, a la honradez del jefe), el pathos (apelar a los sentimientos) y el logos (utilizar el planteamiento lógico) transmitir mediante el ejemplo dos ca-racterísticas esenciales: su disponibilidad permanente y que se es militar y artillero las veinticuatro horas del día. En primer lugar es nuestra misión inculcarle a nuestro personal la disponibilidad permanente, hablándoles sistemáticamente de la “ética del guerrero”, de la convicción de que en esta profesión se debe estar dispuesto siempre para combatir y –si es preciso– morir y que esa disposición es imposible sin una gran base moral y la creen-cia en nuestros valores. La segunda certe-za a inculcar es la de que el uniforme no se deja colgado en la puerta del cuartel al salir tras la jornada laboral; en este caso un ejem-plo claro negativo es el que dan los casos de violencia doméstica o de detenciones de per-sonal militar por motivos diversos, que em-pañan nuestro uniforme. No se debe nunca mirar hacia otro lado, con la excusa falsa de que lo que hace cada uno en su vida particu-lar es su problema y no incumbe a la Institu-ción y a los citados valores.


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