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Revista del Instituto Español de Estudios Estratégicos n.º 13 - Año: 2019 - Págs.: 15 a 46 24 Revista del Instituto Español de Estudios Estratégicos Núm. 13 / 2019 Habría que incidir en que un Sahel islamizado desde siglos, pero no arabizado, donde la religión ha sido raramente causa generadora de violencia criminal28 , «no cabe imaginar que sea este el punto de preocupación principal cual posible foco conflictual29». El factor religioso no se acciona solo, sino que se acompaña de divisiones y rivalidades tribales o étnicas (como la rebelión tuareg de Malí en 2012, la de la comunidad Kanuri en el noreste de Nigeria asimilada por Boko Haram30, y los conflictos «étnicos» en los dos Sudán), y se combina generalmente con motivaciones de carácter económico 31 y por su control. Así, más que una «guerra santa» al mundo occidental32 se observan una serie de guerras civiles intraislámicas contra sus mismos regímenes en nombre de un islam político, y donde participan actores poderosos del área del Golfo (Arabia Saudí, Qatar e Irán33) que, al mis-mo tiempo, determinan los equilibrios del orden multipolar que se extiende por el Sahel. El vacío sociopolítico del Sahel se ha saturado por un movimiento yihadista que parece tener muy poco que ver con el islam, porque el terrorismo es un movimiento transnacional de relevancia estratégica con finalidad política que, aunque funde su ideología sobre un matiz religioso y monoteísta, es poco compacto. Política y religión en la cultura islámica son conceptos que no pueden ser fácilmente disueltos, y el re-nacimiento de la contestación política sediciosa, bajo un tótem de identidad religiosa como fuente normativa legitimadora34 ha despertado antiguas rivalidades internas y locales, atrayendo en la pelea a otros países y actores no estatales que, creando alianzas, esperan sacar ventajas provechosas. El objetivo de estas organizaciones terroristas, de acuerdo con Gourdin35, es imponer un nuevo modelo de sociedad, asumiendo el control de estos refugios seguros como 28  WILLIAMS, Paul. War and conflict in Africa. Cambridge: Polity Press, 2012, p. 128. 29  NÚÑEZ, VILLAVERDE, Jesús, et al. Terrorismo Internacional en África, la construcción de una amenaza en el Sahel. Madrid: Catarata, 2009, p. 34. 30  Seguiremos llamándolo así, aunque desde marzo de 2015, su líder Abu Bakr Shekau, en su juramento de fidelidad al autodenominado «califa» Abu Bakr Al Baghdadi de Daesh, pasó a llamarlo «Wilayat al Sudan al Gharbi» (Estados del Sudán del Oeste), que también ha recibido, en la publicación digital de Daesh en lengua inglesa «Dabiq», la denominación de Wilāyat West Ifrīqiyyah. Disponible en: https://goo.gl/sZby8Y (fecha de acceso: 3 de mayo de 2018). 31  KEATINGE, Tom. «Black Market. How the charcoal trade fuels Al Shabab», Foreign Affairs, 18 de noviembre, 2014. Disponible en: https://goo.gl/5ypRGo (fecha de acceso: 2 mayo 2018). 32  Y si por lo menos Al Bagdadi tiene unas credenciales académicas en teología islámica, a pesar de haber destruido la gran mezquita de Al Nuri donde se proclamó califa, ninguno de los exponentes o dirigentes de estos movimientos se pueden atribuir un mandato islámico que le permita hablar y actuar en nombre del islam (véase NÚÑEZ, VILLAVERDE, Jesús. op. cit., 2018, p. 14). 33  Vease en este sentido CICCIOMESSERE, Roberto. «Terrorismo islamico: la vera guerra non è in Europa», Strade on line, del 2 de agosto, 2016. Disponible en: https://goo.gl/Auu8z5 (fecha de acceso: 4 de mayo de 2018). 34  DEMMERS, Jolle. Theories of Violent Conflict: An Introduction. London: Routledge, 2012, p. 8. 35  GOURDIN, Patrice. «Al-Qaida au Maghreb Islamique (AQMI)», Question Internationales, n. 58, 2012, p. 19.


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