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Julio/Agosto 2019 Revista Española de Defensa 29 Pepe Díaz El mando de cualquier unidad se basa en la conquista del alma de sus componentes. Da igual que se trate de una unidad de la Fuerza que de un cuartel general. Lo que en realidad anhela el subordinado es admirar a su jefe. Este hecho tan sencillo es lo que da, en buena medida, la diferencia entre una buena unidad y otra buena… pero menos. Alguien que haga vibrar a su personal, alguien que, mediante el habla (no hay otra opción), conquiste sus corazones. Esta obviedad para quien suscribe parece un reto mayor cuando se trata de un cuartel general o un estado mayor donde todo tiene un tinte más administrativo que humano. Sin embargo, no es así. El Mando de Operaciones no es una gran unidad solamente porque sus cometidos sean motivadores, que lo son, sino porque el esfuerzo por mover esa maquinaria de las operaciones en el exterior se basa en la esencia de la milicia: en persuadir, en arrastrar, en convencer y en lograr que el esfuerzo de tan alta exigencia que conllevan esas veinte «preocupaciones» simultáneas se haga con entrega. La disciplina, no deja de ser curioso, es tan esencial en la milicia como complicada la unificación de su concepto. Hay una definición singular tanto por su brevedad como por su tino: «la solidaridad en la acción para el fin común». No se centra en la obediencia, ni en la marcialidad, sino en un fin común compartido que, sí o sí, lleva a una cooperación que, sí o sí otra vez, conduce a una acción unida de tantas almas como miembros tiene la unidad. Esa disciplina del fin común es una de las claves del Mando de Operaciones, de estos quince años de éxitos en los que, salvando no pocos obstáculos, se puede exhibir un currículo de unidad envidiable. En marzo de 2016, el MOPS dejó el espacio físico previamente prestado y se ubicó en Retamares. Eso… con la retama. El ambiente de campo del antiguo cuartel regional de la OTAN, con su arroyo y su campo donde los conejos proliferan sin depredadores naturales, parece que nos acerca al ambiente donde se desarrollan las operaciones. Se hacen planes de expansión, necesidades de modernización y, ahora, cuando se mira hacia atrás, aparece la pregunta eterna de la evolución técnica: ¿cómo pudimos vivir sin él? El 7 de marzo de 2016 se realizó el primer «Punto de situación» en Retamares, con el que diariamente empieza la actividad del MOPS. Las operaciones, con su mítico «24/7», no duermen y, desde entonces, día tras día, la primera preocupación es saber qué ha sucedido a primera hora en lugares con husos horarios totalmente distintos, climas adversos, idiomas semiconocidos o nada conocidos, amenazas que difieren de nuestras preocupaciones cotidianas y que, por encima de todo, constituyen nuestra motivación diaria. Cambiará, por tanto, la orgánica del Ministerio, también la del Estado Mayor de la Defensa (EMAD), cambiará el personal, pero el Mando de Operaciones ha fijado sus pilares con fuerza en el terreno. En un terreno nacional para ser responsable de lo que sucede lejos o muy lejos de nosotros; para ejercer un liderazgo con nuestros contingentes que va mucho más allá de esos tres sustantivos que suponen el planeamiento, la conducción y el seguimiento, y que tienen mucho más que ver con el respaldo, con la retaguardia, con el apoyo desde casa a los que tan lejos tienen la suya. L La solidaridad en la acción para el fin común es una de las claves de esta unidad


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