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pañoles contribuyendo a concertar el matrimonio entre el infante don Felipe, hijo del rey Felipe V, y Luisa Isabel de Francia. La ocasión sirvió para acercar a las dos Coronas y, consecuentemente, negociar un tratado comercial de forma paralela. Sin embargo, no se siguieron sus criterios en la firma del documento, por lo que se opuso a él y le cesaron. REFORMAS EN CATALUÑA Cuando el marqués regresó a España, fue nombrado capitán general de los Reales Ejércitos, empleo por el cual asumía la representación del Rey. En 1749 ocupó el cargo de capitán general de Cataluña, por lo que se puso al mando militar de las fuerzas allí destinadas. Gestionó la construcción de cuarteles y pabellones militares y, además, implantó medidas prohibitivas sobre el uso de armas y un exhaustivo informe para portarlas, ya que la población estaba armada tras la guerra de Sucesión. En sus memorias, el marqués explica que era «para evitar abusos». Dio sus resultados, ya que el conocido motín de Esquilache no tuvo éxito en la región de Cataluña. El marqués de la Mina destaca porque fomentó las obras públicas en el Principado — formado por Cataluña y el departamento francés de los Pirineos Orientales—. Ordenó erigir la Barceloneta, en 1753, organizada en barrios de manzanas cuadriculadas con amplias plazas y paseos. Se trata de la mayor actuación urbanística hasta el siglo XIX. En apenas seis años, se construyeron cerca de 330 casas con casi 1.600 vecinos y, en su corazón, se edificó la iglesia de San Martín, inaugurada en 1755. Aunque trabajó en toda la región, destacan las mejoras de Barcelona, donde se reforzaron las murallas, se abrieron caminos alrededor de la urbe y se reformó el puerto. Además, intensificó la seguridad con la instalación del alumbrado público y el empedrado de las calles. Por eso, la gente de su alrededor destacaba la facilidad para tratar con él y su atención a la hora de mejorar la vida en Cataluña. HISTORIA 52 El marqués de la Mina creó el actual Regimiento de Caballería “Lusitania” nº 8 En la parte más cultural, su estancia en Italia y París le influyó hasta el punto de que importó la ópera al Teatro de la Santa Cruz, de Barcelona. Además, autorizó la creación del Colegio de Maestros y sus ordenanzas (en 1760), lo que supuso un reconocimiento a la educación primaria y la independencia del ámbito eclesiástico —ya que hasta ese momento lo concedía el obispo—. Asimismo, se preocupó por extender la educación pública a los ámbitos rurales y escribió dos libros sobre sus experiencias militares: Diario de las Guerras de Italia y Máximas para la Guerra. ¢


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