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RUMBO A LA VIDA MARINA La vía de los protostomados contiene moluscos, pulpos, calamares, almejas y, en su tramo marino, llega a los crustáceos (a la izquierda de la foto), aunque muchos vivan en tierra. Su recorrido en lo seco acaba con los insectos y arácnidos, a la derecha. (Fotos del autor). mos considerarlos el límite evolutivo de los protóstomos en la mar. Después de ellos, los insectos y arácnidos fueron su definitiva proyección terrestre, ya que habían conseguido liberarse de las branquias tras pasar a respirar el aire atmosférico por el sistema de conducirlo directamente hasta la intimidad de sus tejidos corporales, valiéndose de una intricada red de tubos interiores que constituían la llamada respiración traqueal, suministro directo, como si se tratara de un agujereado queso de Gruyère. Pero visto el sistema traqueal con gafas críticas, nos pareció un tanto chapucero porque aún estaba muy lejos de lograr la perfección y la oportunidad óptima que supone el pulmón para respirar el aire atmosférico. La propia sencillez del método traqueal nos hace sospechar por qué los arácnidos e insectos no pudieron evolucionar más. Por su parte, muchos crustáceos son artrópodos que mantuvieron las branquias pero supieron forzarlas y adaptarlas, a trancas y barrancas, a la respiración aérea con aquella otra media chapuza —es un decir— que titulamos pulmón branquial. Gracias a este invento vimos que los cangrejos de los cocoteros o los cangrejos rojos cubanos pudieron hacer duraderas incursiones en lo seco, pero sin claudicar de su carácter marino, porque su plan de vida incluía la obligación de regresar a la mar para efectuar en ella su puesta de huevos, pues únicamente en el agua podían desarrollarse sus larvas antes de regresar a su destino terrestre como adultos. De todo ello podemos deducir que en el caso de haber existido solo la ruta de los protóstomos el ser humano no habría aparecido, y a lo más que la fauna habría llegado en la Tierra sería al cangrejo de los cocoteros, a una tarántula o a una grácil libélula, y todo ello desarrollado en un dulzón paisaje de aprendices de conquistadores continentales y de diletantes exploradores de lo seco con más pena que gloria. 48 Julio


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