Page 62

RGM_276_6_JULIO_2019

RUMBO A LA VIDA MARINA pulmón con el oxígeno ambiental. De hecho, hay peces que comparten el uso de ambos órganos, vejiga y pulmón, según estén en lo seco o sumergidos en el agua. Por ediciones anteriores ya sabemos que Eusthenopteron se convirtió en el anfibio con tal dependencia aún al agua que para perpetuar sus especies las hembras tenían que poner sus huevos en una charca, porque su puesta consistía en una masa de embriones desnudos de imposible supervivencia en lo seco. Es el reptil el que se procura de un huevo rodeado de unas capas aislantes —las mismas que protegen nuestro feto— que le garantiza un correcto desarrollo embrionario inmerso en el agua que contiene. Nuestro propio nacimiento se dice que empieza tras «romper aguas». Digamos que el reptil y sus descendientes, a diferencia del anfibio, lleva en sus huevos «la charca puesta». Reptil y anfibio, además, son de «sangre fría» y esa servidumbre les forzaba a los letargos estival e invernal, por lo que estaban limitados a vivir en climas suaves y a «trozos», como antes apuntamos. Este grave inconveniente lo solventan las aves, que no son más que unos dinosaurios con alas, porque su gran conquista evolutiva, más que el vuelo, fue conseguir la «sangre caliente» por medio de mecanismos internos de generación de calor. A partir de aquí, aves y mamíferos llevamos el clima con nosotros y podemos vivir en todo el mundo por extremadas que sean sus condiciones meteorológicas. Son pues los verdaderos conquistadores, los propietarios de la tierra firme, que ya no tiene fronteras para ellos. Pero aún queda algo que solventar: las aves ponen los huevos en un nido y esa casa cuna hay que cuidarla y abastecerla, dedicando muchas horas y energía a incubar y a procurar comida, a veces a larga distancia del nido. La aparición de la placenta en el mamífero garantiza que todas esas molestias van a desaparecer en el cuidado de la prole, porque el nido y alimentación del embrión ahora se va a realizar en el interior de la madre y con la garantía de su confortable e ininterrumpida temperatura corporal próxima a los 40º. Pero claro, si el ave tenía que abandonar su nido periódicamente, con todo el peligro que suponía para una prole a la que había que alimentar, el mamífero, además de la placenta, inventa las mamas, que le dan nombre, con lo que sus hambrientas crías tienen garantizada su alimentación sin que sus padres salgan de casa. Garantizada la perpetuación de las especies del mamífero con todos los recursos, trucos y medios de que dispone la naturaleza, el animal más perfecto de la creación pudo dedicar su propia evolución a intentar explorar el mundo de la inteligencia. Y por eso el lector puede ver cómo, con la mar en lontananza, madre de toda vida, un pez, un esqueleto, unas aletas hechas patas y un pulmón fueron las raíces de las que brotó el Árbol de la Sabiduría, aquel a cuya sombra Adán y Eva se avergonzaron de su desnudez… 2019 61


RGM_276_6_JULIO_2019
To see the actual publication please follow the link above