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LA CUARTA BATALLA DEL ATLÁNTICO José Manuel GUTIÉRREZ DE LA CÁMARA SEÑÁN (RR) USIA ha utilizado diferentes medidas hostiles para ampliar su influencia y debilitar a los gobiernos del continente europeo hasta el punto de que existe en el mundo occidental la percepción de que su política exterior es continuidad de la sostenida durante la época soviética. La anexión de Crimea, la Guerra en Ucrania, el despliegue en Siria, los conflictos en el Báltico y el mar Negro, sumados a las recientes declaraciones de Vladimir Putin ante las sanciones de respuesta de Occidente, parecen más propias de los tiempos de la Guerra Fría, aunque probablemente no se trate más que de declaraciones intencionadas para conseguir objetivos políticos ante la denuncia del Tratado de Fuerzas Nucleares de Alcance Intermedio por parte de la Administración Trump. Recientemente, mandos de la Armada de los Estados Unidos han puesto de manifiesto su preocupación por la falta de buques de escolta en caso de conflagración, pues si no llegaran los convoyes de tropas, material y víveres, no sería posible desarrollar operaciones militares en tierra. Se teme que si en el momento actual comenzara una nueva guerra, la situación sería similar a la que vivieron los Estados Unidos en el año 1942, lo cual ha hecho saltar las alarmas, ya que ese año fue el de mayor número de hundimientos de la Segunda Guerra Mundial. Lamentablemente la historia nos muestra que hay razones para tomarse en serio este tipo de avisos. No hay más que repasar lo ocurrido en las tres primeras batallas del Atlántico, en las que los aliados fueron sorprendidos y, aunque al final decantaron la balanza a su favor, en las tres ocasiones estuvieron a punto de perder la partida, aunque al final fueron «salvados por la campana». En la Gran Guerra, Inglaterra fue desbordada cuando los alemanes comenzaron la guerra submarina sin restricciones. Esto ocurrió después de la batalla 2019 83


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