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La guerra de minas, un efi caz recurso para la toma de plazas fuertes Rubén Sáez Abad Historiador Militar, especialista en Poliorcética Premio Nacional de Defensa 2004 Propietario y Director del Parque de Máquinas de Asedio situado en Albarracín Si bien es uno de los aspectos más desconocidos de la poliorcética (arte de atacar y defender fortalezas), la guerra de minas constituyó durante mucho tiempo una de las principales estrategias a las que recurrir para la toma de plazas fuertes. Desde que las murallas existen sólo ha habido tres formas para poder superarlas: por su parte superior (con escaleras, escalas, grúas elevadoras y torres de asedio), por su parte inferior (con la excavación de minas) o atravesándolas (después de haberlas roto con arietes o artillería). El trabajo de minado resultaba especialmente interesante en las operaciones de asedio, al no requerir un tiempo excesivo su realización y saldarse con un coste humano menor que el que acarreaba el empleo de otras técnicas. Al mismo tiempo, un adecuado uso de este recurso podía servir para demoler un lienzo completo de muralla, siendo en muchas épocas históricas una opción mucho más efi caz que el empleo de arietes o de la artillería. Hay que tener en cuenta que sólo a partir del siglo XIII, con la aparición de los grandes ingenios basados en el principio de contrapeso, las piezas de artillería tuvieron capacidad sufi ciente como para arrojar proyectiles de un peso tal que permitiera demoler los recintos amurallados. Por lo tanto, 80 Armas y Cuerpos Nº 129 en épocas anteriores, en las que la potencia de la artillería no alcanzaba ese calibre, la guerra de minas se convirtió en una excelente opción para romper la defensa de una plaza y poder lograr su captura. Las tareas de excavación podían tener dos fi nes muy diferentes, aunque ambos buscaban una misma fi nalidad: rebasar las murallas. En primer lugar, las minas se empleaban para excavar un túnel, a través del que un comando asaltante penetrara en el interior de la plaza que se estaba atacando. Una vez habían sido rebasadas las murallas, los invasores esperaban el momento más idóneo para fi nalizar la excavación del último tramo de la obra e irrumpir en el interior de la ciudad De cara a tener éxito en su cometido, era preferible que la excavación del fi nal de la obra se hiciera coincidir con la oscuridad de la noche o que fuera simultaneada con un ataque de distracción sobre los muros. En ese caso la guarnición de la plaza atacada estaba concentrada en defender los muros y resultaba muy difícil que se percatara de lo que estaba sucediendo a sus espaldas. Gracias a esta maniobra combinada se podía pillar por retaguardia a las unidades defensoras, a las que se les planteaba en ese momento un complicado


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