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Don Bosco y los niños. En 1831 el joven Juan es admitido en la escuela pública de Castelnuevo, estudios que compaginará con su trabajo en el taller del herrero Evasio Savio. Tras su formación en la escuela pide el ingreso en los franciscanos de Turín en 1834 y aunque es admitido, cambia de idea e ingresa en el seminario de Chieri donde conocerá a Luis Comollo, uno de sus más íntimos e infl uyentes amigos. Con 25 años de edad en 1840 se convierte en diacono y al año siguiente es formado sacerdote. Pero el destino querrá que el lugar de trabajo de don Bosco esté en Turín, la capital será su primer y único destino como sacerdote, concretamente en la iglesia de San Francisco de Asís. Desde el primer momento el joven sacerdote se inclina por los más desfavorecidos. Alejado del camino fácil y rutinario de párroco de iglesia, se encargó de los presos de las cárceles turinesas, muchos eran menores de edad. En sus paseos por Turín camino de las cárceles se cruzará con la realidad de una ciudad sin tiempo ni lugar para la infancia, la severa realidad de los niños abandonados a su fatalidad. Los hijos de la Revolución Industrial eran niños privados desde su nacimiento del afecto familiar. 90 Armas y Cuerpos Nº 129 Muchos eran abandonados en los auspicios debido a que sus padres no podían mantenerlos, habían fallecido o simplemente no eran hijos deseados. Otros se veían en el desamparo debido a las agotadoras jornadas laborales de sus padres. Eran niños que crecían en la desatención y la soledad y a medida que crecían se convertían en expertos buscavidas y maleantes, vagando por las calles sin ningún propósito. No es difícil imaginarse que de una manera natural se iban uniendo, formando grupos que deambulaban por barrios que no tenían que ofrecerles nada mejor que el pillaje. No solo carecían de afecto y atención, la mal nutrición, las enfermedades y la vestimenta les convertían en verdaderos mendigos. Nadie se había preocupado por su educación, su bienestar, por sus necesidades básicas. Cuando Don Bosco descubre la situación de los niños turineses sabe desde ese momento que no puede apartarse de su destino, está convencido que ha encontrado su misión en la vida. Decide Don Bosco llevar a los niños más debilitados a la iglesia de San Francisco de Asís a la cual pertenecía. Le costará al impetuoso sacerdote el primer enfrentamiento con las autoridades eclesiásticas. Entienden los párrocos Don Bosco y orquesta del oratorio San Francisco de Sales. Turín 1870


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