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luz se remonta a la antigüedad, pues ya los hebreos y egipcios conocían técnicas para construir espejos. Otro ejemplo, durante el Renacimiento la creación de lentes de aumento y otro tipo de elementos ópticos dieron lugar a hitos del conocimiento como el desarrollo de la teoría heliocéntrica. Sin embargo, el punto álgido en la comprensión de la luz se alcanzó con los descubrimientos del físico escocés James Clerk Maxwell. Se podrían decir muchas cosas sobre la genialidad de este científi co. Su obra ha sido comparada en profundidad e infl uencia a las de Isaac Newton y Albert Einstein. Mucho se podría decir sobre Maxwell. Me limitaré a decir que también escribía poesía…pero eso es otra historia. Maxwell nos descubrió que los fenómenos ópticos conocidos hasta la fecha (mediados del siglo XIX) tenían origen en fenómenos eléctricos (pensemos en un relámpago) y magnéticos 10 Armas y Cuerpos Nº 130 (pensemos en un imán), que en un baile sin igual, crean ondas que se desplazan incluso en la “nada”, en el vacío más absoluto, y que esas ondas son luz! Antes de la teoría de Maxwell ya se “intuía” que la luz era un fenómeno ondulatorio (como las olas que se crean en un estanque al lanzar una piedra) y alguna de las leyes que regían su comportamiento, como la ley de la refracción. Michael Faraday, otro de los mayores pensadores de todos los tiempos, había también intuido que la luz, las corrientes eléctricas y los imanes tenían mucho en común. Pero se adelantó a su tiempo al ver lo que otros no sabían o no querían ver. Faraday vio líneas de fuerzas eléctricas y magnéticas que entre distintos objetos creaban telarañas solo tangibles bajo ciertas condiciones. A esas líneas de fuerza los físicos las llaman “campos”. Maxwell quiso también ver esas líneas de fuerza mágicas, pero no lo hizo en un laboratorio, simplemente utilizó papel y pluma. Maxwell desarrolló una teoría matemática de la electricidad y el magnetismo. En su obra cumbre, Maxwell encontró que había un tipo muy especial de campo electromagnético, ya que se podía describir matemáticamente como una onda. Calculó la velocidad de aquellas ondas bailarinas que había encontrado y aproximadamente obtuvo 300000 km/s! Esta cifra, que está grabada en nuestra mente posiblemente desde la niñez, nos hace espetar un “la velocidad de la luz!”, siempre que la identifi camos. En los tiempos de Maxwell, se conocía con bastante precisión la velocidad de la luz. Había sido medida por medios ópticos que nada tenían que ver con la electricidad y el magnetismo, una verdadera hazaña a mediados del siglo XIX. Para hacernos una idea de lo abismal de su valor, hay que pensar que hace falta un único segundo para que la luz recorra la distancia que hay entre la Luna y la Tierra. Si un extraterrestre en la luna nos enviara un SMS, tardaríamos aproximadamente un segundo en recibir el mensaje. El hito defi nitivo por el que Maxwell sería recordado tuvo que ver precisamente con una predicción. Lo que siempre ha existido, pero no ha sido visto por el ser humano. Con la predicción Maxwelliana de la existencia de otros tipos de ondas electromagnéticas se hizo la luz en nuestra mente. Maxwell pensó en entes sobrenaturales, invisibles al ojo humano, que llevaban ahí desde el origen mismo del mundo. Maxwell describió utilizando el lenguaje matemático la naturaleza Hoja extraída del artículo original de James Clerck Maxwell, “A Dynamical Theory of the Electromagnetic Field”, publicado por la Royal Society originalmente en Phil. Trans. R. Soc. Lond. January 1, vol. 155 pág. 459-512 (1865)


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