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Cuartel de San José en 1968 Armas y Cuerpos Nº 130 85 reunión de todos estos centros. Intentos que fracasaron porque la AGM no se movió de Toledo. Volviendo al “Campo del Sepulcro”, su propiedad había sido objeto de controversia en 18466. En aquel año un edil zaragozano creía que estos terrenos eran del “común”. Resuelta la duda con la presentación de documentos que obraban en la Intendencia Militar del Distrito, se acreditó que los terrenos pertenecían a la Hacienda Militar desde la segunda mitad del siglo XVIII. Décadas después, existieron negociaciones para la permuta del campo del “Sepulcro” por otros terrenos en San Gregorio, de titularidad municipal, que el Ejército consideraba necesarios para maniobras de mayor envergadura y, sobre todo, para ejercicios de tiro con todas las armas. De tal modo que en 1884 se llegó a un principio de acuerdo entre el Capitán General y el Ayuntamiento zaragozano. Pero la posible permuta fue desautorizada por el Ministro de la Guerra por dos motivos principales: La tasación excesiva de los terrenos de San Gregorio, considerados como un erial en el Ministerio y la escasa profundidad del campo de tiro en el mismo San Gregorio. La difi cultad que tenía el Ayuntamiento era que no poseía los siete Kilómetros de profundidad que se le pedían, puesto que la propiedad municipal del lado izquierdo de la carretera de Zaragoza a Huesca (donde hoy están la mayoría de las instalaciones militares), sólo alcanzaba cinco Kilómetros. El resto del terreno pertenecía al término municipal de Villanueva de Gállego. Las conversaciones estuvieron interrumpidas entre 1884 y 1889, luego hubo alguna aproximación pero la solución no llegó. Por tanto a la altura de 1905 todavía el Ayuntamiento consideraba interesante la permuta que le hubiera proporcionado unos terrenos urbanos de gran valor y por eso, posiblemente, tenía en su mente esa opción de llevar el Colegio General Militar al campo del Sepulcro. Aunque el Ejército desistió de esa posibilidad por ser el único campo de instrucción que utilizaba la guarnición. La propuesta del cuartel de Torrero Como última sugenerncia, los ediles municipales propusieron los edifi cios que constituían el cuartel de Torrero, ocupado por un Regimiento de Caballería y los terrenos anexos. Este cuartel y parte de dichos terrenos, como era la llamada “Huerta del General”7, habían sido, durante algún tiempo, objeto de litigio entre el municipio y el ramo de Guerra, habiendo quedado a favor de este último, aunque no con la completa conformidad del Ayuntamiento. Para no poner obstáculo alguno por mi parte, dice Marina, fui autorizado por el General Jefe del Cuerpo de Ejército de Aragón, a visitar el cuartel y terrenos referidos, encontrando que los edifi cios que allí se levantaban, antiguos y de pequeñas proporciones, no servían para el fi n perseguido. Pero su planta, sumada a los terrenos de Guerra que existían a su inmediación y a los que poseía el Canal Imperial, formaban un solar hermoso de sufi cientes dimensiones para contener el Colegio, de excelentes condiciones higiénicas y buena situación, con relación a su alejamiento de la ciudad. Esta buena impresión que la visita a Torrero obró en el ánimo del General Marina, se tradujo en la orden que dió al Teniente Coronel de Ingenieros que le acompañaba: debía, con urgencia, entrevistarse con el arquitecto municipal al objeto de que éste, pudiera conocer la importancia de las obras que necesitaba el Colegio. Posteriormente,


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