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HISTORIA de petróleo en una mano y una caña liada 52 con trapos sobre su hombro. Bajo un intenso tiroteo, que comienzan los soldados españoles para cubrirlo, se acerca al cuartel de la Guardia Civil y enciende la yesca, y el trapo con gasóleo empieza a arder. Al acercarse las llamas, el cuartel pronto coge fuego con intensidad, nutrido por la hoja de palma y la madera. Las balas pasan cerca de Gregorio Catalán, pero él, aunque sólo salió para quemar el cuartel, decide continuar con las casas adyacentes y, con gran tranquilidad, prende otras tres construcciones, que quedan completamente arrasadas. Los disparos enemigos no consiguen acabar con su vida, pues los insurrectos tenían que exponerse a desafiar el plomo con el que los soldados españoles protegían a su compañero. Ni el teniente Zayas ni el teniente Martín Cerezo dan crédito a lo que están viendo: un cazador con una lata de petróleo y un trapo, recibiendo fuego de cientos de insurrectos, vuelve a la iglesia con total tranquilidad, sin un rasguño, después de haber arrasado las defensas enemigas. Al atravesar la entrada de la iglesia, esboza una sonrisa viendo la alegría de sus compañeros, y con la mirada le dice al teniente Zayas: «¿Ve, mi teniente, como se estaba mejor fuera que dentro?». El teniente Zayas le pregunta si está herido, a lo que él contesta que no, y que las novedades no hace falta darlas, pues el humo con sus señales explica cuanto ha pasado. Con esta acción, la línea de trincheras había retrocedido y esos 60 días de asedio podrían continuar para probar la tenacidad, fortaleza de espíritu y preparación militar de aquel pequeño contingente que se refugió en la iglesia de San Luis de Tolosa. El soldado Gregorio Catalán, después de ser recibido con honores junto a sus com


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