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cima de esta altura domina uno de los bosques más característicos del Parque: el de pino negro – Pinus uncinata- que se desarrolla hasta unos 2.300 metros de altura, aunque en zonas especialmente protegidas y orientadas al sur algunos ejemplares sueltos alcanzan hasta 2.600 metros de altura. Existen magníficos pinares de esta especie, con densidades muy notables acompañados de un sotobosque muy característico, compuesto principalmente por brezos –calluna-, arándanos –Vaccinium myrtillus- y rododendro –Rhododendrom ferrugineum- que da color con sus vistosas flores a finales de primavera y verano. En algunas zonas del parque también se desarrollan interesantes abetales –Abies alba-, en ocasiones mezclados con ejemplares de hayas -Fagus Silvática- o de pino silvestre - Pinus sylvestris-. Por encima del límite altitudinal del pino negro desaparecen las especies arbóreas, dando paso al denominado piso alpino en el que los prados, denominados puertos, son dominantes en el paisaje vegetal. Aquí la temperatura media de las máximas del mes más frío está por debajo de cero grados. No obstante la superficie de estos prados de alta montaña se ha extendido más allá de su ocupación natural, pues en muchas zonas la zona más alta de los bosques se ha talado para extender hacia menor cota los pastos y así tener más terreno aprovechable para la ganadería, que tradicionalmente ha sido la principal forma de vida en la zona. Sin duda la presencia de ibones, lagos de alta montaña de origen glaciar, es uno de los principales valores naturales del Parque. En el valle del Cinqueta podemos señalar los de Millares, recrecidos para aprovechamiento hidroeléctrico, Machimala o el Sein, en estado natural. Es en el valle del Ésera donde encontramos la mayor concentración, como los de Barbarisa, Llardaneta, Las Alforjas, Posets, Escarpinosa, Batisielles, Literola, Gorgutes, Alba, Barrancs, Vallimorta, o Llosás entre otros, con el valor añadido de que todos están en estado natural, pues no cuentan con infraestructuras de recrecimiento. Sin duda merece especial atención el ibón de Cregüeña, situado en la cabecera del barranco del mismo nombre en la margen izquierda del Ésera, pues se trata del mayor lago en estado natural de todos los Pirineos. Cuenta con 36 hectáreas de extensión, se sitúa a 2.600 metros de altitud, lo que explica que buena parte del año esté congelado, y alcanza una profundidad de 100 metros según la batimetría realizada por la Confederación Hidrográfica del Ebro. Sólo este ibón es un verdadero tesoro natural, una enorme superficie de agua y color en la dura y rocosa alta montaña pirenaica. También la zona oriental de Parque, la cuenca del Noguera Ribagorzana, es muy rica en ibones, como los de Llauset, recrecido mediante una presa de considerable tamaño, el helado de Vallivierna, Botornás, Cap de Llauset, tres ibones de Angliós, Estany Fe, Cap de la Vall o Estany Negre, todos ellos en estado natural. El Parque cuenta también con la mayor concentración de glaciares de los Pirineos, pues aquí se localizan los dos de Maladeta, el de Aneto, Barrancs y Tempestades en el macizo de Maladeta, y los de La Paúl y Llardana en el de Posets, además de los heleros de Coronas y Posets. Los glaciares cuentan con su propia figura de protección, el Monumento natural de los glaciares, que se superpone a la del Parque de Posets Maladeta. Su valor natural es enorme, aunque no lo desarrollamos pues ya se hizo en un artículo del Nº 135 de la revista Armas y Cuerpos.


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