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Placa conmemorativa en la fachada de la Iglesia 1899, quien, tras exaltar su heroísmo, ordenó que los soldados españoles que resistieron el asedio de la iglesia de Baler (Iglesia de San Luis) durante 337 días (del 30 de junio de 1898 al 02 de junio de 1899) no fueran tratados como prisioneros sino como amigos, garantizándoles su regreso seguro a España. Estos soldados mantuvieron su posición sin saber que la guerra había terminado y España había perdido ya su última posesión en Asia. Tradicionalmente, el programa del Día de la Amistad Hispano-Filipina se desarrolla en dos partes. En primer lugar, una unidad militar rinde honores frente a la Iglesia de Baler con la interpretación de los Himnos Nacionales, ofrenda de una corona a los pies de la placa conmemorativa en la fachada de la Iglesia, que recuerda los hechos heroicos de la defensa del destacamento español, salva de fusilería y, finalmente, homenaje a los caídos, equivalente al toque de oración español. Tras el acto militar, las delegaciones se desplazan a la Plaza de Baler donde se pronuncian los discursos y mensajes institucionales por parte de las autoridades españolas y filipinas. El Acto tuvo una especial repercusión en España en 2017, probablemente debido al interés que despertó la controvertida película “1898. Los últimos de Filipinas“ y la publicación de diferentes libros y artículos que pusieron de nuevo en plena actualidad los hechos heroicos de Baler. La amplia difusión que las redes sociales dieron a los actos del Día de la Amistad Hispano-Filipina generó ese año un interesante debate entre la opinión pública cuestionándose el por qué, al menos hasta entonces, no se había hecho este tipo de homenaje también en España. Pero el núcleo central y la razón de ser del Día de la Amistad es el refuerzo de los vínculos entre España y Filipinas. En este punto, recuerdo una interesante reflexión de la representante del gobierno filipino en 2018, quien comparó las actuales relaciones entre ambos países con un “árbol de profundas y firmes raíces pero con escasos frutos” dando a entender que había llegado el momento de superar la nostalgia de nuestro pasado común y continuar hacia adelante explorando nuevas áreas de cooperación más efectivas y fructíferas en el futuro. Como es sabido, tras 333 años de presencia en Filipinas (1565-1898), España cedió en 1898 el dominio de este país a Estados Unidos con la firma del Tratado de París. No sería hasta el 27 de septiembre de 1947, un año después de que Filipinas consiguiera la independencia de EEUU el 04 de julio de 1946, cuando se restablecerían unas relaciones diplomáticas entre España y Filipinas que, cimentadas sobre una historia y cultura compartidas, han ido consolidándose con el tiempo. En este contexto, cabe preguntarse si, tras tantos años de historia común, es necesario continuar reivindicando las relaciones entre España y Filipinas. En mi opinión, la respuesta es que si e intentaré explicar el porqué. La vinculación entre España y Filipinas data desde 1521, año en el que la expedición española Magallanes-Elcano alcanzó por primera vez el Placa conmemorativa en la fachada de la Iglesia 50 Armas y Cuerpos Nº 142 ISSN 2445-0359


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