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Vida cotidiana en la Base Americana. Carlos Moncín/Archivo Heraldo de riesgo- y el propio desarrollo de la sociedad zaragozana, que cada vez se veía menos alejada de la estadounidense, propiciaron, poco a poco, un sentimiento de rechazo hacia la Base Americana. Dicho fenómeno se multiplicó exponencialmente con la recuperación de la democracia en España. Las mismas corrientes de pensamiento que había celebrado la llegada de una potencia extranjera como vía para lograr derechos y libertades, veían ahora incómoda su presencia, una vez logrados esos objetivos básicos. Se despertó un sentimiento anti-imperialista que se tradujo en una clara presión -tanto en la calle como en las instituciones políticas- para el desmantelamiento de las bases americanas en España. En Zaragoza, fueron especialmente populares las denominadas “marchas a la Base”. Fueron en total siete, y la más multitudinaria logró que 25.000 personas recorrieran los 14 kilómetros que separan la instalación y la ciudad. Finalmente, la Base se clausuró el 30 de septiembre de 1992. La decisión no fue fácil y generó un conflicto final: medio millar de trabajadores españoles de la instalación militar vieron cómo perdían su empleo, e iniciaron una larga y agria lucha sindical por lograr ser reubicados o recompensados. En la actualidad, la Base Aérea de Zaragoza es una de las principales instalaciones del Ejército Español, donde tienen cabida diferentes unidades operativas (ALA-15, ALA 31, ETESDA, EADA, así como el Batallón Nº IV de la UME, entre otros). Además, proporciona los apoyos necesarios para acoger actividades nacionales e internacionales, destacamentos permanentes y temporales de servicios aéreos como la DGT, la unidad de emergencias del Gobierno de Aragón o la Policía Nacional. Asimismo, sus pistas de aterrizaje son el escenario de prácticas y maniobras, y de escalas técnicas para todo tipo de aeronaves, tanto de Estado como privadas. En cuanto al complejo de edificios de trabajo y a las urbanizaciones residenciales y de ocio, la mayoría se han adaptado a las necesidades actuales del Ejército español. Algunas todavía conservan el uso original con el que los americanos las erigieron, como ocurre con el polideportivo, y otras han quedado en desuso, como las instalaciones que ocupó durante años la NASA, ya que la agencia norteamericana tenía una sede fija en Zaragoza como pista de aterrizaje de emergencia para sus lanzamientos espaciales. Marcha antibase (1983). Juan G. Misis/Archivo Heraldo Nota El contenido de este artículo se sustenta en la investigación que he llevado a cabo junto a mi compañero Pedro Zapater para Heraldo de Aragón sobre la Base Americana de Zaragoza. 82 Armas y Cuerpos Nº 142 ISSN 2445-0359


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