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Aspectos Institucionales 83 Jergens y Tripp. Finalmente, el 29 de junio, tras casi 4 horas de vuelo, aterrizaron en este mismo lugar en que nos encontramos ahora, cuando esta base, entonces llamada «Los Remedios», y la propia Aviación del Ejército de Tierra, no eran más que proyectos. Y llegó a este idílico paraje de la sierra madrileña con vocación de permanencia, y con una solvencia y autoridad tales que infundió a los pioneros de esta Arma un ánimo adicional al que ya de por sí les invadía, imprescindible para acometer la exigente empresa por venir. El desarrollo militar del joven «Bravo» se inició desde el primer momento; en aquellos años se afanó en dar lo mejor de sí mismo para la puesta en marcha de la naciente capacidad aeromóvil del Ejército de Tierra: se realizaron numerosos vuelos de instrucción… y llegaron los primeros sacrificios, tan íntimamente unidos a la propia condición militar: el 28 de diciembre de ese 1966 se producía el primer accidente, en el que perdimos al teniente coronel Crespo, al capitán Miró, al sargento Cabas, al general Morales…y al ET-204. Luego, en 1969, le llegó la desgracia al ET-202, con el teniente Valía y el comandante Huelin a bordo. Sin que cundiese el desánimo, helicópteros y tripulaciones se dedicaron con denuedo a su quehacer. En seguida llegaron las primeras misiones operativas, las primeras intervenciones en apoyo a la población civil, y su presentación oficial a todos los españoles, en el marco del desfile celebrado en Madrid el 28 de mayo de 1967. Y así, día a día, transcurrieron sus primeros cinco años de servicio militar. Un 12 de julio de 1971, los «Bravo» vieron llegar un nuevo reemplazo de «soldados» americanos; eran un poco más largos, lo que aumentaba su capacidad de transporte hasta 10 personas; también tenían un motor más potente. Pero, aunque físicamente mejores, en esencia no eran muy diferentes a ellos, pues tenían el mismo espíritu y virtudes. Les llamaban los «Hache», y venían «pisando fuerte»; les matricularon como ET-301 a ET-312. Decían que llegaban para entrar directamente en combate, y así fue. Destinados a la recién creada UHEL-II, al mando del comandante Sánchez Bilbao, fueron desplegados en la base «Santiago» de El Aaiún, en el Sáhara, para tomar parte en las operaciones bélicas que se estaban desarrollando en aquella provincia española. Acabada la contienda, en 1975, los orgullosos y ya fogueados en combate «Haches» regresaron a la península, ubicándose inicialmente en El Copero (Sevilla), y, posteriormente, en Bétera (Valencia). Pronto fueron llegando nuevos reemplazos, hasta alcanzar en los siguientes 9 años un total de 60, que pasaron a prestar sus servicios en las UHELs I a V, de unas FAMET nacidas el 24 de marzo de 1973, al mando del coronel Ángel Maté. Los 80´s supusieron un salto tecnológico en las Fuerzas Armadas, y con él, la llegada de nuevos helicópteros modernos, capaces, prometedores. Aparecieron los flamantes «Superpumas», venidos de Francia; por primera vez, los combatientes aéreos del Ejército no eran estadounidenses. Pero los «Hache» no se dejaron amilanar por esta circunstancia. Continuaron con su labor abnegada, callada, eficaz, haciendo gala de aquellas virtudes que adornaban a los tercios españoles de los siglos XVI y XVII, y que con tanta maestría plasmó Calderón de la Barca en su famoso verso: y así de modestias llenos / a los más viejos verás / tratando de ser lo más / y de parecer lo menos. Efectivamente, el «Hache» nunca fue arrinconado por materiales aparentemente más capaces; por el contrario, continuó cumpliendo sus cometidos con total éxito y, así, fue el helicóptero escogido, frente a otros, para participar junto al Chinook en la primera misión internacional de España y de las FAMET: la operación Alfa-Kilo, desarrollada en el Kurdistán iraquí entre mayo y junio de 1991. Aquella unidad de helicópteros, al mando del entonces teniente coronel Salas, que hoy nos acompaña, realizó un total de 559 horas de vuelo, y representó una magnífica oportunidad profesional para el Ejército y sus Unidades de Helicópteros, y una certificación de la capacidad que aún mantenía el «Hache». En 1991 estalla la Guerra de los Balcanes. España se integra en las fuerzas multinacionales de paz que se desplegaron en aquellas tierras para poner fin a esta cruenta contienda. Y de nuevo el Mando confió en sus veteranos y fiables «Haches», para prestar sus servicios en Bosnia-Herzegovina y Kosovo, como fuerza expedicionaria, al modo de los viejos tercios españoles. Así, entre 1998 y 2005, se desplegarían once unidades sobre la base de este helicóptero que, bajo la denominación de SPAHEL-VI a XII y XIX a XXI, y KSPUHEL, totalizarían casi 3.000 horas de vuelo para llevar la paz y el alivio a aquellas tierras marcadas por el odio y el sufrimiento.


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