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S.M. el rey Alfonso XII comiendo con los Profesores de la General en la incómoda mesa de tierra que se usaba en los Campamentos de la Primera Época y que, para desdicha del autor de este artículo, aún perduraba en la Academia de Infantería en sus tiempos de Cadete. El menor soplo de viento convertía el plato en áspera argamasa de rojo polvo. Para el relato de esta interesante efemérides hemos recurrido al libro “La Academia General; apuntes recopilados por M. Gistau”, antiguo Cadete que, con su llana y expresiva prosa, nos da cuenta puntual de lo que allí pasó: “En el mes de Mayo de 1885 estaban los alumnos de la Academia de prácticas en el Campamento de Mazajala, muy lejos de suponer el incidente extraordinario que les esperaba: En las primeras horas de la madrugada del día 28 del citado mes, salía de Aranjuez Don Alfonso XII, con tres ayudantes, el Coronel del Regimiento de Infantería “San Fernando” y dos Compañías de este Cuerpo, en un tren especial sigilosamente dispuesto. Poco antes de llegar a la estación de Algodor, echó pie a tierra una Sección, la cual, amparada por las sombras nocturnas, llegó hasta las tiendas del puesto telegráfi co que allí tenía la Academia, hizo prisioneros a los alumnos que la constituían y cortó la línea, para que en el Campamento de Mazajala no pudieran apercibirse de lo que se preparaba. El Rey Don Alfonso XII, con las fuerzas que le acompañaban, emprendió la marcha por el camino carretero que enlazaba la estación con el Campamento. Sin incidente alguno recorrieron el trayecto, adoptando todas las precauciones necesarias para que la operación resultara una verdadera sorpresa; de pronto, los exploradores sintieron que sus pies se enredaban en algún objeto invisible, el cual, a la vez, produjo un ruido prolongado que les hizo detener la marcha momentáneamente. Aquello era una extraña obra accesoria que formaba parte de las defensas del Campamento, consistente en una red de alambradas, en las que se ha- Un cadete de la Primera Época. Entonces se llamaban ofi cialmente “alumnos”, el que presentamos está sentado frente a su taquilla, que entonces se llamaba “papelera”. El aplicado caballero da la impresión de estar “conectado a masa”, o sea, lo que entonces se llamaba ‘’pensando en las avutardas” o en “las Batuecas”, que tampoco era mal lugar. Diciembre - 2019 Armas y Cuerpos Nº extraordinario 2019 23


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