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El general Blanco, comisionado por la Reina para entregar la bandera, salió con ella del cuarto de ofi ciales, mientras sonaban los acordes de la marcha Real, cuando se hizo el silencio dirigió al director de la AGM una alocución que comenzó de la siguiente forma: “S.M. la Reina Regente se ha dignado conferirme el honroso encargo de entregar a V.E. en su Real nombre la bandera que dedicada a la Academia General Militar, como testimonio del grande aprecio y del especial interés que le merece esa institución, en que se cifra hoy principalmente el porvenir del ejército. S.M. me encarga también que al transmitir a V.E. la expresión de estos sentimientos le signifi que su fi rme propósito de velar constantemente por el esplendor de la Academia y promover, de acuerdo con su Gobierno, cuantas mejoras puedan ser necesarias para ponerla en condiciones de responder siempre a los altos fi nes para que fue creada. Las altas prendas que adornan al esclarecido general Director de instrucción militar; las no menos distinguidas que concurren en V.E. y en el ilustrado cuerpo de profesores, y el noble y levantado espíritu que anima a los jóvenes alumnos, del que han dado ya relevantes pruebas, son la más segura garantía de que esas esperanzas tendrán cumplido efecto, en bien de la patria y de las instituciones” El general Galbis recibió la bandera y contestó con otra alocución en la que manifestó el agradecimiento por la honra recibida, suplicando al general Blanco para que: “eleve a los pies del trono el testimonio de nuestra lealtad, a la vez que la seguridad del propósito fi rme que hoy nos imponemos de decir como primera lección a los alumnos de todos los tiempos que nobleza obliga, y que quien sirva en esta Academia y jure esta bandera, aunque quisiera ser traidor no podría serlo nunca” El general Director entregó la bandera al Coronel Jefe del Batallón de Alumnos diciéndole: “Reciba V.S., Sr. Coronel, la nueva bandera de la Academia General”. Finalizó el “enérgico y patriótico discurso” que el general Director dirigió a los Alumnos, con las aclamaciones siguientes, repetidas por toda la concurrencia: ¡Viva el Rey! ¡Viva la Reina Regente! ¡Viva la ordenanza militar! iViva el ejército fi el a sus banderas!, Posteriormente se bendijo la enseña en la capilla de la Academia, ofi ciando el Sr. Gobernador Eclesiástico de la archidiócesis primada de España, y concluido el acto religioso “el batallón de Alumnos, formado en columna de honor, con su Coronel a la cabeza, salió a la explanada del Alcázar para hacer la descarga de ordenanza”. Concluyeron los actos con un almuerzo a las 12 horas, uno en el salón de honor del Alcázar, ofrecido por el director y profesores de la AGM a los invitados y otro en el comedor general, para los Alumnos de la Academia y compañeros de las otras academias comisionados para este acto, “en ambos se pronunciaron entusiastas brindis, resaltando en todos los nobles sentimientos de amor a la patria y leal adhesión a las instituciones y a las augustas personas de SS. MM. el Rey D. Alfonso XlII y la reina regente Dña. María Cristina”. Finaliza el artículo periodístico agradeciendo, a los mandos de la Academia, las atenciones prestadas al artista de LA ILUSTRACIÓN. al que acompañaron y facilitaron en todo momento su trabajo. Con el paso de los años, aparte de pequeños desperfectos, los cambios más destacados que ha sufrido la bandera han sido la sustitución del paño original, que se conserva en el museo de la AGM, y la alteración de la dedicatoria. Actualmente, la mencionada enseña se conserva expuesta en la Sala de Banderas de la AGM; en caso de tener que trasladarla fuera de la Academia, convenientemente desmontadas todas sus piezas se colocan en el estuche ya mencionado. Cada vez que sale al patio de esta Academia General Militar su bandera estamos contemplando una joya y un símbolo, representativo de un momento histórico para el ejército en el que se intentaron solventar las disensiones existentes entre armas y cuerpos, unifi cando la formación inicial de los futuros militares en una sola Academia, y deberían de resonar aquellas palabras pronunciadas por el general Galbis, en el patio del Alcázar, al imponerse como primera lección para los alumnos de todos los tiempos: “ ... quien sirva en esta Academia y jure esta bandera, aunque quisiera ser traidor no podría serlo nunca”. 36 Armas y Cuerpos Nº extraordinario 2019 ISSN 2445-0359


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