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Los ataques de los numantinos fuerzan a Roma a aceptar la paz en el año 139 a. C. 77 aproximadamente a 1  kilómetro de Numancia. Es probable que Litennon, el jefe numantino, llegara a firmar un acuerdo con Marcelo al que se sumaran las poblaciones celtibéricas. Marcelo reclamó 600 talentos de plata. Esta paz sí fue ratificada por el Senado romano, de modo que existió un período de paz entre los años 151 y 143 a. C. Sin embargo, la paz fue relativa. Las duras condiciones impuestas a las poblaciones del interior peninsular, la vigilancia férrea, las duras condiciones económicas impuestas por Roma, las guerras lusitanas, pequeñas revueltas o focos de insurgencia de los que no tenemos referencias, pero que sin duda existieron, etc., eran un marco inestable. De hecho, sí sabemos que en el año 144 a. C. Viriato logra formar una liga con los celtíberos contra Roma. Pero la Celtiberia Ulterior, arévaca, quedaba como un problema no resuelto cuando los pueblos celtibéricos de la Citerior ya habían sido dominados. En el 143  a. C., Q. Cecilio Metelo pretende aislar la Celtiberia de sus posibles aliados, los pueblos del Jalón y los vacceos, asentados en el valle medio del Duero. Los arévacos se hicieron fuertes en Tiermes y Numancia. El sucesor de Metelo, en el año 141  a. C., Q Pompeyo Aulo fracasa en sus ataques a estas dos ciudades. Pompeyo dirigía un ejército de 30 000 infantes y 2000 jinetes y, una vez más, como sus antecesores, se dirigió desde el Jalón hacia Numancia, y probablemente acampó en El Castillejo. Se planteó sitiar Numancia uniendo el río Merdancho con el Duero para crear un foso. Los ataques continuos de los numantinos le impidieron llevarlo a cabo e incluso pudieron obligarle a aceptar una paz, el año 139 a. C., que debió negociar Megara, jefe militar o dirigente político entonces de los numantinos. Una de las acciones de Pompeyo fue la de tomar rehenes de la ciudad de Malia, cuya ubicación desconocemos, en el año 141  a.  C., después de que sus habitantes acabaran con una guarnición numantina allí instalada (Ap. Iber, 77). Este texto de Apiano es de interés por narrar que los numantinos tuvieran una guarnición instalada en otra ciudad, de un modo no del todo satisfactorio para esa población, lo que insiste en un escenario de guerra complejo. La toma de rehenes fue una práctica común en cada uno de los Tratados o acuerdos de paz. Así, sabemos que en la negociación de paz o cese de la hostilidad entre los años 140 y 30  a. C. Roma exigió 300 rehenes de Numancia y otros 300 de Tiermes (Diodoro XXXIII, Ap. Iber, 78-79). Ya antes, en el 179  a. C., Graco había tomado como rehenes a 40 caballeros nobles de Certima. Estos eran siempre miembros destacados de la comunidad o sus hijos ya adultos. En caso de deslealtad de estos, sus


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