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79 poblaciones vacceas y eludieron el territorio arévaco. Todos estos años habían sido complejos para Roma. La cuarta guerra macedónica se desarrolla entre los años 150 y 143 a. C. Las tensiones políticas internas de la República romana son profundas. Socialmente debe hacer frente a la primera guerra de los esclavos. Pero la guerra de Hispania, la guerra contra Numancia que facilite su avance hacia el occidente peninsular, debe concluirse. Como es sabido, el año 134-133 a. C. es el año decisivo en la conquista de Numancia, que será por asedio y sin librar batalla. Publio Cornelio Escipión Emiliano Africano Menor, al que después se añadiría Numantino (185-129 a. C.) que había luchado en la cuarta guerra macedónica y participado en la batalla de Pidna, formaba parte de la influyente familia de los Escipiones. Escipión, uno de los mejores generales romanos, contaba con un ejército de apenas 20 000 soldados, a los que sumó 4000 voluntarios que trajo consigo desde Roma, y hombres que Micipsa, rey de Numidia, le envío. La ayuda económica prestada por Átalo de Pérgamo y Antíoco de Siria, amigos personales de Escipión y aliados de Roma, le permitió contratar mercenarios. Tras someter a las tropas que le esperaban en Hispania a un duro entrenamiento, se dirigió, en el 134 a. C., contra los vacceos. Actuó con dureza, de modo que las poblaciones vacceas saqueadas, sin víveres para el invierno, víveres que serían útiles al ejército romano, no podrían socorrer a los numantinos. Es sabido que Escipión, según Apiano, trazó una línea de asedio compuesta de dos campamentos, siete fuertes y dos castillos ribereños unidos por un vallum al que se antepuso un foso. En la actualidad, se está realizando una profunda revisión de lo que las fuentes contaron y Schulten interpretó del cerco escipiónico. La estrategia de Escipión fue vencer la ciudad por asedio. Los numantinos, asediados, intentaron provocar la lucha abierta sin conseguirlo. Tras el largo invierno, Retógenes, un día de la primavera del año 133 a. C., logra filtrarse a través del cerco con caballos y mata a algunos de los centinelas, tras lo cual llegar a Lutia, ciudad que se cree situada a 56 kilómetros de Numancia, para solicitar refuerzos. Debió de ser una solicitud desesperada. Desde el inicio del asedio hasta finales del verano, o quizá inicios del otoño del año 134 a. C., esperarían que una liga o coalición celtibérica les socorriera. Pero Escipión había aniquilado esa posibilidad y los celtíberos, tras años de guerra y el temor a violentas represalias, se mantuvieron en silencio. Entre 40  000 y 50  000 soldados romanos sitiaban Numancia. Toda la maquinaria de guerra romana estaba asentada frente a una ciudad arévaca. la guerra numantina convirtió a la ciudad y a sus habitantes en un mito romano que ha sobrevivido hasta hoy Los jóvenes de Lutia, contra la opinión de los ancianos, acuerdan socorrer a Numancia, pero los ancianos de Lutia, en asamblea, temerosos de la represión de Escipión, decidieron hacer saber a este la decisión de los jóvenes. Escipión ordenó cortar las manos a 400 jóvenes de Lutia (Ap. Iber, 93). Esta práctica era habitual como castigo en las guerras desde antiguo y tenía un efecto doble: los que sobrevivieran no podrían luchar y no podrían colaborar en la subsistencia de su comunidad. En el verano del año 133 a. C., los pocos numantinos que habían sobrevivido a la enfermedad, al hambre, a la crudeza del canibalismo y que no habían optado por el suicidio se rindieron a Escipión. Algunos fueron vendidos como esclavos y 50 se reservaron para el paseo triunfal de Escipión en Roma, como vencedor de los numantinos. El suicidio no era un hecho extraño entre las poblaciones vencidas. Sabían que su futuro sería la esclavitud y, en función de la resistencia que habían opuesto al conquistador, o por la crueldad de este, la represalia sería brutal. Numancia no fue un caso aislado, pero las circunstancias de las guerras celtibéricas, y en particular el desarrollo de la guerra numantina, convirtieron la ciudad y a sus habitantes en un mito romano que ha sobrevivido hasta hoy. BIBLIOGRAFÍA -  Almagro Gorbea, M.: «Guerra y sociedad en la Hispania Céltica». En: La guerra en la Antigüedad, p. 207-221. Madrid; 1997. -  Burillo Mozota, F.: «Oppida y ciudades estado del norte de Hispania con anterioridad al 153 a. C.». En: Burillo, F. (ed.): Segeda y su contexto histórico: entre Catón y Nobilior (195 al 153 a. C.), pp. 35-70. 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