Asimismo Cortés logró que Velázquez
le firmara un contrato ad hoc que le
habilitaba legalmente para un viaje
mucho más independiente acompañado
de las «instrucciones» que firmó
el gobernador para el proyecto, fechadas
el 23 de octubre de 1508. De hecho,
se hizo con el mando absoluto de
la empresa, incluyendo en el mandato
asuntos como la acción humanitaria,
el celo cristiano o el beneficio de la
Corona (el llamado quinto real2).
Dicho esto, empecemos por el primer
pilar, que fue en el ámbito político,
cuando adoptó la decisión de conquistar
el Imperio azteca tomando su
capital, Tenochtitlán, al mismo tiempo
que mandó desguazar los barcos y
aprovechar el tablazón para construir
las primeras casas de la Villa Rica de
la Vera Cruz, para significar que su
decisión era irrevocable. En concreto,
estableció como objetivo político
la conquista para España del Imperio
azteca.
El segundo pilar lo constituye la estrategia
52 / Revista Ejército n.º 948 • abril 2020
como método que seguir para
alcanzar el objetivo marcado por la
política, empleando de la mejor forma
posible los medios disponibles.
Dicha estrategia se articuló en dos
partes. Por una parte se debía tomar
la capital, Tenochtitlán, centro de gravedad
del imperio y, por otra, era necesario
concertar el máximo de alianzas
con aquellos pueblos sometidos
al Imperio mexica, entre los que se
encontraban tlaxcaltecas, cholultecas,
texcucanos, chalcas, xuchimilcas
y tepaneses.
El tercer pilar fue la batalla de Otumba.
Siete días después de la retirada de
Tenochtitlán, en la llamada Noche
Triste, Hernán Cortés, moralmente
destrozado por la infernal huida de la
capital azteca, donde murió una tercera
parte de sus compañeros, fue
capaz de recuperarse anímica, física
y materialmente (hoy lo llamaríamos
resiliencia) ante un ejército que le superaba
más de 10 veces en número y
conseguir la victoria.
En esta batalla, como se ha visto anteriormente,
el metelinense dio muestras
de una fortaleza física y mental
extraordinaria, con unas dotes de
mando y arrojo impresionantes frente
a un enemigo muy superior en número.
Su valor fue asombroso en el fragor
de la batalla; siempre iba por delante
de sus hombres en las ocasiones de
mayor peligro, sin cuidar de sí mismo.
Sus hombres lo tenían como jefe indiscutido,
hasta el punto de dar la vida
por él si fuera necesario3.
El cuarto pilar lo constituye la conquista
de Tenochtitlán, en cuya campaña
de preparación pasó algo menos
de once meses hasta el comienzo del
ataque, el 30 de mayo de 1521. Cortés
decidió que la batalla final iba a ser
por tierra y por mar (esto último sorprendió
a los aztecas), para la cual
mandó construir 13 bergantines. La
reconquista de Tenochtitlán terminó
con la captura del jefe de los aztecas,
o tlatoani, Cuauhtémoc, el 13 de
agosto de 1521, aunque para hacerse
dueño de todo el Imperio azteca fueron
necesarias algunas operaciones
posteriores.
La furia de la lucha con los mexicas
rebeldes era incontenible, con
la acometida continua de más y más
grupos de indios, de forma tal que
las muertes causadas por la artillería
no decidían nada: cada tiro se llevaba
por delante 10 o 12 hombres, pero
los huecos se cerraban otra vez con
guerreros que ya no se asustaban de
la pólvora4.
En esta fase de la conquista destaca
la capacidad organizadora de Cortés,
en cuanto a que fue capaz de reconstituir
su ejército después de la batalla
de Otumba, donde su dimensión
quedó sustancialmente reducida,
concertar nuevas alianzas con otros
pueblos además de preparar y abastecerse
de los medios logísticos necesarios
para llevar a cabo la plena
toma de Tenochtitlán.
En concreto, la suma del contenido
de estos cuatro patrones (con claros
semblantes de un hombre de Estado,
en el sentido actual) permite considerar
a Hernán Cortés como una de las
personas más relevantes de la historia,
pues fue el promotor de la configuración
de un Nuevo Mundo en función
de sus especiales cualidades
políticas, diplomáticas, estratégicas
y morales.
En cualquier caso, la civilización
mexica deja profundas pervivencias
en su cruce con la española. En 1522
Monumento a Hernán Cortés
en Medellín, su ciudad natal.
Obra de Eduardo Barrón
Retrato de Moctezuma
obra de Antonio Rodríguez