Almirante Edward Vernon.
(Foto: www.wikipedia.org).
hombres de a bordo no tardaron en bautizarlo
como grog. Diluido en agua, el alcohol hacía
menos efecto, pero tras su ingesta algunos
marineros quedaban inútiles para la maniobra
y su estado era consignado en las listas como
groggy.
Se cuenta que tras su derrota en Cartagena
de Indias contra Blas de Lezo y tras ser
retirado del servicio debido a la vergüenza de
las monedas acuñadas en Londres señalando
su falsa victoria, Vernon se hizo muy amigo
de la bebida y particularmente aficionado al
combinado que él mismo había inspirado. De
hecho, se dice que por las noches, cada vez
que caía bajo sus efectos, agitaba los puños al
cielo y sentenciaba: «Lezo, Lezo, a Dios
pongo por testigo que algún día te atraparé...
». De no haber sido expulsado del servicio,
tal vez hubiera llegado a saber que Lezo
murió tras la batalla, no se sabe si a consecuencia
de las heridas recibidas en combate o
quizás de alguna de las enfermedades que se
desataron en el entonces Virreinato de Nueva
Granada a consecuencia, entre otras, de la
larga fila de muertos ingleses que se contabilizaron
tras la retirada de Vernon.
Dejando atrás a los dos almirantes, el
propio acto de tomar el grog en los buques de
la Marina británica tenía todo un ritual y no
solo se trataba de beber. Según se narra en el
libro Hombres de mar y guerra, del famoso
escritor O’Brian, «el segundo piloto de derrota
elaboraba el grog de forma pública
mezclando el ron con el agua y el zumo de
limón. Lo servía con mucho cuidado. Al
verlo aparecer, la situación se podría considerar
como muy divertida, pues toda la marinería
golpeaba los platos al mismo tiempo y de
forma muy ruidosa pero sincronizada y
corearían su nombre. Se servía a continuación
en jarras más pequeñas que la que había
empleado el oficial, de modo que siempre
sobraba un poco. A esta cantidad sobrante se
le denominaba el resto del cocinero, y éste
se lo tomaba como recompensa por sus
servicios durante ese día».
Es justo reconocer que, aunque no muy
sano, el grog entraña una anécdota digna de
conocer.
Bartolomé CÁNOVAS SÁNCHEZ
Capitán de navío (Retirado)
MISCELÁNEAS
752 Mayo