ra la más mínima importancia. Cuando llegó a su
primer destino en el RACA nº 20 se encontró con
soldados de reemplazo, que decían aquello de
¡no me lo puedo creer, una mujer sargento!, pero
la experiencia fue muy buena. Era consciente de
ser observada constantemente por soldados y
compañeros, “a ver qué hace, a ver como manda”.
Sobre la incorporación de la mujer al Ejército,
refi ere que las cosas han ido evolucionando
de forma natural y que el encaje de la mujer se
ha ido adecuando a las circunstancias, porque
no hay que forzar las cosas, hay que dejarlas evolucionar
con normalidad, como lo de formar con
falda y zapato de tacón, que en el momento actual
no se contempla. Insiste en que cualquier
distinción con las mujeres es una forma de enfrentarlas
a sus compañeros, pues “las mujeres en las
FAS queremos mimetizarnos, que no se nos vea y
que no nos tengan una consideración especial
para poder hacer un trabajo homogéneo”.
Cuando Cristina Lambea ascendió a Sgto. 1º
estuvo en la Academia Logística de Calatayud
(ACLOG) como instructora de soldados profesionales
y a las soldados las trataba igual que a
sus compañeros, el problema era que “ya venían
mal instruidas, porque les habían hecho apartes”,
así que la tenían en mal concepto. Cuando alguna
no podía pasar las alambradas reptando o
con las fl exiones, ella las empujaba o las obligaba
a hacer más fl exiones, cuestión que al principio
les sentaba muy mal, pero terminaron dándole la
razón, “siempre se puede mucho más de lo que
uno piensa”.
Los Institutos Politécnicos del Ejército
(IPE,s)
Otra vía de acceso para la mujer a las FAS fueron
los IPE, en los que se impartía Formación Profesional
(FP) y que al fi nalizar los estudios podían
ingresar en el Ejército como soldados especialistas.
Instituto Politécnico nº 1 de Madrid.
Es el caso de Laura Pavón, que ingresó en
1994, con 14 años, en el IPE nº 1 de Madrid para
estudiar artes gráfi cas. En su curso eran más de
veinte chicas y les dieron un uniforme gris con
un jersey de lana para diario y para paseo una
camisa azul, corbata granate, americana azul,
falda gris y zapato azul con tacón. Refi ere que
le impactó mucho la disciplina, porque estaban
en régimen de internado y solo salían los fi nes de
semana, siempre que aprobaran. En 1º curso las
chicas estaban alojadas en un edifi cio fuera del
IPE y por la noche había una monja, sor Vicenta,
que se ocupaba de ellas, pero en 2º curso las
pasaron al IPE, a un edifi cio con camaretas y servicios
exclusivos para ellas. Una vez aprobada la
FP, todas las chicas fi rmaron un contrato como
soldados profesionales, comenzando un periodo
de instrucción militar de dos meses, mucho más
duro, con uniformidad militar y tacones para orden
cerrado. La cabo 1º Pavón recuerda que el
trato de los profesores fue correcto, por el contrario,
las diferencias y el machismo lo ha notado
después.
Alumnos del IPE nº 1. Foto Laura Pavón
34 Armas y Cuerpos Nº 144 ISSN 2445-0359