Francisco Llobet. Proyecto de una de las dos baterías que S.M. manda se erijan una en la punta del
Fanc y otra a la costa opuesta en el puerto de los alfaques. Barcelona, 1779
Respecto a su plan de estudios, era similar al
de Calabro en la duración de la enseñanza en
tres años. No así en cuanto al contenido, ya que
Verboom hace mayor énfasis en los conocimientos
prácticos y en el del dibujo, sin olvidar la teoría,
mientras que Calabro lo hacía en conocimientos
“especulativos”.
En cuanto al “Gobierno y enseñanza de las
Academias” (se contemplaban, además de la
de Barcelona, otras dos Academias, sin especifi
car ubicación), cada una debía disponer de:
un Director, dos profesores, tres Ayudantes de
Profesores, un Maestro dibujante, un Maestro Arquitecto,
todos ellos Ingenieros, y fi nalmente un
Portero. El número de “Académicos” debía ser
de cincuenta por Academia (ofi ciales, cadetes,
y caballeros particulares), y cada uno de ellos,
escogido entre tres propuestos. Los academistas
serían alojados de dos en dos (no en internado),
para su mutua ayuda en los estudios. Seguía el
documento señalando las normas para seleccionar
a los alumnos al terminar cada curso y las obligaciones
de cada profesor, incluido el Director,
que debía visitar, al menos una vez semanalmente,
cada clase, juzgando “con toda cautela los
talentos y defectos de los Profesores, el zelo de
los Ayudantes, la pericia y exactitud del Maestro
Dibujante y Arquitecto, y conducta de cada uno
los Académicos”.
En 1736 se destinaba a la Academia, como
catedrático de matemáticas, al Ingeniero Pedro
Lucuze, quién, dos años después (14 de marzo
de 1738) era nombrado nuevo director de la de
Barcelona, mientras que Calabro era destinado
a Valencia.
En septiembre de 1737 se aprobaba el Reglamento
Provisional, que daba forma al “Proyecto”
de Lucuze. En él, en tanto salía la Ordenanza de
S.M, se decía: “Que todo el curso matemático se
explique en tres años, distribuidos en cuatro clases
de a nueve meses cada una, sirviendo las dos
primeras para la instrucción de cualquier ofi cial
del ejército, y todas cuatro, para los Ingenieros y
ofi ciales de Artillería”.
Finalmente, el 22 de julio de 1739 se aprobaba
la “Real Ordenanza, e Instrucción para la Enseñanza
de las Mathemáticas en la Real, y Militar
Academia, que se ha establecido en Barcelona,
y las que en adelante se formaren”, que recogía,
en lo esencial las líneas maestras del proyecto de
Lucuze, convertido ya en el hombre clave de la
institución.
Relativo a los alumnos, se admitían, además
de, ofi ciales y cadetes, a cuatro “Caballeros particulares”.
Todos debían saber la Aritmética y tener
entre quince y treinta años, debiendo estar
un mes antes del comienzo de la Primera Clase
para que, el Director de la Academia pudiese
examinarlos. Una vez admitidos, los ofi ciales seguían
recibiendo su sueldo, y los cadetes seis escudos
mensuales, además de su Prest (parte del
haber del soldado que se le entregaba en mano
semanal o diariamente), para “su manutención
con decencia”. Para los Académicos cuyos Regimientos
tuviesen su guarnición en otra plaza,
se ordenaba al Capitán General del Principado
que los alojase en Barcelona. También se ordenaba
que, “los alumnos no debían recibir orden
alguna de sus antiguos Jefes, ni ser sacados de la
Academia, sin autorización del referido Capitán
General”.
54 Armas y Cuerpos Nº 144 ISSN 2445-0359