CONOCER A...
En cambio, de su despliegue en Mali lo
que le cautivó fue la expresión de la población,
sus sonrisas, el brillo de sus rostros.
También recreó la imagen del ingenioso
hidalgo don Quijote de la Mancha.
«Todos los franceses querían llevárselo a
sus casas», recuerda. De hecho, muchos
componentes de aquella misión conservan
sus cuadros.
El mar, los caballos o los paisajes urbanos
son otros temas recurrentes en sus obras.
Sin ir más lejos, durante el confinamiento
por la pandemia, ha pintado dos cuadros
de la villa de Madrid. «Busqué que tuvieran
un fuerte impacto de color, que rompiera
con esa ciudad vacía, que nada tiene
que ver con su estado habitual», asevera.
Se define como amateur de la creatividad
con óleo— no pintor al uso— y comparte
sus obras tanto en exposiciones civiles
como en unidades militares. Entre ellas,
destacan el retrato de José I Bonaparte,
único óleo del personaje pintado en España
y expuesto al público, o el de Su Majestad
Felipe VI con el emblema de las Fuerzas
Aeromóviles del Ejército de Tierra.
Pese a todo, tiene claro cuál es el mejor
lugar para sus pinturas: «Para los militares
el hogar es muy importante. La obra
es para el que se enamora de ella y la
quiere poner en su casa». Precisamente,
en su trayectoria artística, siempre se ha
mantenido ligado a su familia. «Mi esposa
me aconseja, me sirve de apoyo y es
mi principal crítica», asegura. Y es que su
pincel nunca ha perdido el calor familiar.
Como tampoco ha abandonado el olor a
café de aquella cafetería en la que encontró
sus primeros óleos. ¢
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