250 ANIVERSARIO DEL CUERPO DE INGENIEROS DE LA ARMADA
que permitan un tiempo de misión aceptable para su específico empleo táctico.
El otro es el relativo a su capacidad de operar en modo totalmente autónomo
e independiente, sin necesidad de la intervención de un operador externo.
Esa característica requiere, en primer lugar, dependiendo del tipo y eficiencia
de sus propios sensores y de la capacidad de proceso, «comprender» el entorno,
simularlo y actuar en consecuencia. tener una visión completa de su zona
de operación, realizar la evaluación de la amenaza y tomar las decisiones de
ataque requiere algoritmos de inteligencia sintética y de aprendizaje máquina
muy avanzados y fiables.
Otra consideración a tener en cuenta es que—por las lógicas restricciones
de espacio, peso y energía— en algunos tipos de vehículos no fuese factible
integrar a bordo toda la capacidad de proceso necesaria para el desarrollo de
su misión, lo que requeriría recurrir a «proceso en la nube» y, consecuentemente,
a redes tácticas de tiempo real que aseguren la interfaz con la plataforma
nodriza. si considerásemos una autonomía más amplia que incluyese el
empleo de armas propias, el problema se haría aún más complejo.
Pero quizás un área más problemática —que requerirá aún mayor investigación—
es la referente a la interfaz hombre-máquina. Para operar en una
fuerza híbrida en la que operadores humanos y máquinas inteligentes interactúen
en tiempo real no solo se requieren nuevos conceptos operativos, sino
que hay temas técnicos y psicológicos de funcionamiento que necesariamente
habrá que analizar.
¿Está aún lejana la implementación del concepto de fuerza híbrida? Revisando
la literatura profesional, resulta evidente que la incorporación de estos
vehículos a las flotas, aunque a ritmos diferentes (dependiendo de las aplicaciones
específicas y los requisitos operativos de cada caso), es una tendencia
generalizada e irreversible; el campo de batalla ya se está digitalizando y robotizando
de forma acelerada. En el espacio que ocupa un artículo no es posible
realizar una revisión, ni siquiera somera, de lo que está ocurriendo en este
campo, pero con el fin de ilustrar al lector sobre las tendencias que empiezan a
dibujarse me permito citar algunos casos que creo resultarán ilustrativos.
Es bien conocido que la us navy lleva años experimentando con prototipos
el posible impacto que puede suponer la incorporación de los vehículos
autónomos a su estructura de Fuerza. En los Estados unidos se ha publicado
una ingente cantidad de informes —disponibles en términos asequibles al
público en general— generados tanto por la propia Marina como por el
mundo académico, consultores, instituciones oficiales de la Administración y
por el Congreso. Revisarla metódicamente requeriría un equipo dedicado y el
trabajo de varios meses, pero analizando las conclusiones todos ellos concuerdan
en la misma recomendación general: la us navy debe ser proactiva y
prepararse para un modelo de Flota de estructura más distribuida, en el que las
plataformas autónomas de superficie, submarinas, aéreas y anfibias pasen a
formar parte integral de la Fuerza.
236 Agosto-septiembre