que han tenido éxito en misiones previas,
para evitar un proceso de ensayo
error propio, maximizar los resultados
y reducir los costes temporales.
Esto les condujo a la introducción del
sistema de enjambre en la guerra urbana.
El concepto militar del enjambre
establece una descripción de la
actuación de las fuerzas militares
como una red de sistemas entretejidos
por la información tecnológica
que se desenvuelven en una guerra
no lineal. Esto implicaría una reducción
del tamaño de las unidades, un
incremento de su independencia y la
necesidad de garantizar su coordinación
para que pudieran operar de forma
simultánea. Con respecto a la cadena
de mando, enjambrar implicaría
también dotar de independencia para
la decisión a los oficiales sobre el terreno
de operaciones.
INCORPORACIÓN DE NUEVA
TECNOLOGÍA: DEL ÉXITO A LA
INERCIA ESTRUCTURAL
Las fuerzas occidentales se han caracterizado
en las últimas décadas
por poseer una concepción tecnocéntrica
de hacer la guerra (Buley,
2007; Kober, 2016). El proceso de
emulación de los ejércitos de la Revolución
22 / Revista Ejército n.º 954 • octubre 2020
en Asuntos Militares de los
EE. UU. en la década de los noventa
también condujo a las FDI a adquirir
nueva tecnología. El objetivo principal
era la obtención de una victoria
rápida, que resultase decisiva y que
además implicase un reducido número
de bajas y daños colaterales.
Los defensores de un mayor papel de
la tecnología en las operaciones militares
argumentaban que el empleo
de poder aéreo mediante la utilización
de armas de precisión permitiría conformar
un entorno terrestre más accesible
a las unidades desplegadas.
La minimización de las bajas no militares,
las vidas de sus efectivos y la
eliminación de una resistencia significativa
por parte del adversario contribuiría
a descongestionar el entorno
operativo. Esto les condujo a un desarrollo
intensivo de las tecnologías de
la información, las municiones guiadas
y sofisticados sistemas de mando
y control para la coordinación operativa
de las unidades desplegadas.
A pesar de ello, la segunda guerra
del Líbano de 2006 demostró las
deficiencias que implicaba a largo
plazo el empleo de una doctrina militar
en la que el elemento tecnológico
era central para la conducción de
operaciones. Los combates contra
las milicias palestinas en las dos Intifadas
habían debilitado significativamente
la capacidad operativa de
las FDI, que perdieron el hábito de la
guerra de maniobra. La experiencia de
los militares que fueron desplegados
en 2006 se basaba en operaciones
contraterroristas frente a adversarios
irregulares, inferiores en número
y pobremente equipados. Durante los
años previos a este conflicto armado
habían contado con el respaldo de la
inteligencia militar, apoyo técnico y
logístico, y el conocimiento de un entorno
en el que llevaban tiempo combatiendo.
Hasta el momento la experiencia había
resultado satisfactoria debido a la
obtención continuada de información
fiable basada en SIGINT, HUMINT y
UAV de un servicio compuesto por
elementos de las FDI, Inteligencia
Militar, Fuerza Aérea, Policía y Servicio
General de Seguridad. La elaboración
de una inteligencia de alta
calidad reducía significativamente la
Segunda guerra del Líbano de 2006