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elemento cibernético e informativo) e
interdominio (donde la disuasión en
una esfera puede servir para ejercer
la disuasión en otra), nosotros permanecemos
anclados en una concepción
tradicional y militarcéntrica
de la disuasión que ya solo forma
parte del pasado. Es fundamental
abrir el debate y plantear estrategias
competitivas que permitan reforzar
la postura disuasoria española frente
a una amplia gama de potenciales
contingencias.
Las necesidades
varían
dependiendo de
las percepciones,
objetivos,
intereses,
fortalezas, y
vulnerabilidades
de los adversarios
NOTAS
1. Schelling, T.: Arms and Influence.
Yale University Press, New Haven;
1966.
2. Payne, K.: «Understanding Deterrence
». Comparative Strate
3. Snyder, G.: Deterrence and
Defense, pp. 10-13. Princeton University
Press, Princeton; 1961.
4. Schelling, T.: The Strategy of
Conflict. Harvard University Press,
Cambridge; 1980.
5. Guthe, K.: «Nuclear Weapons Acquisition
and Deterrence». Comparative
Strategy, 30(5), 481-507;
2011.
6. Schelling, op. cit., p. 13.
7. Tradicionalmente se asume que la
eficacia de la disuasión está condicionada
por cuatro factores: que
el disuadido perciba que el disuasor
cumplirá con la amenaza, que
el disuasor tenga suficiente apoyo
interno como para cumplir con la
amenaza, la proporcionalidad de
la respuesta y el análisis de coste
beneficio de implementar el
compromiso (Kaufmann, W.: «The
Requirements of Deterrence». En
Kaufmann, W. (ed.): Military Policy
and National Security. Princeton:
Princeton University Press, 1956,
pp. 12-38).
8. Se tiene constancia de 37 casos,
25 de ellos susceptibles de considerarse
crisis nucleares y 12 motivados
por errores técnicos. Aunque
el análisis no arroja resultados
concluyentes, plantea dos grandes
opciones: escalada debida a errores
de cálculo o pérdida del control
en el proceso de toma de decisiones
(Tetrais, B.: «On The Brink-
Really? Revisiting Nuclear Close
Calls Since 1945». The Washington
Quarterly, 40(2), 51-66; 2017.
9. Kahn, H.: On Thermonuclear War.
Princeton University Press, Princeton;
1961.
10. Sin embargo, recuérdese que la
disuasión existencial convivía con
otros modelos del resto de potencias
nucleares adaptados a su situación
geopolítica específica.
11. También debería añadirse la iglesia
ortodoxa, que desde 1991 se
ha convertido en un actor esencial
en el ecosistema nuclear ruso
al alzarse como guardiana del arsenal
atómico y la legitimadora de
su doctrina de seguridad nacional
(Adamsky, D.: Russian Nuclear
Orthodoxy: Religion, Politics,
and Strategy. Stanford University
Press, Stanford; 2019).
12. Precisamente, este enfoque cooperativo
justificó la doctrina de «no
ciudades» anunciada por el secretario
de Defensa William Mc-
Namara en 1962. En un discurso
público expuso que un hipotético
contragolpe estadounidense no
sería contravalor sino contrafuerza.
Con ello se pretendía que Moscú
descartara atacar los centros
económicos, políticos o de población
estadounidenses y reforzar la
capacidad negociadora de Washington
con una baza que Moscú
intentaría conservar. Sin embargo,
debido a la dispersión geográfica
de su población, la Unión Soviética
no valoraba tanto como Estados
Unidos las ciudades (Snyder, J.:
The Soviet Strategic Culture: Implications
for Limited Nuclear Options.
RAND, Santa Monica; 1977).
13. Ermath, F.: Russia’s Strategic Culture:
Past, present, and…in transition?
Defense Threat Reduction
Agency, Washington, DC; 2006.
14. Sin embargo, las ciberarmas no
lo son debido a su intangibilidad
y especificidad (la mayoría son de
un solo uso y su utilidad está condicionada
al desconocimiento del
adversario de debilidades concretas
de sus sistemas). En consecuencia,
la credibilidad de la ciberdisuasión
(más vinculada al castigo
que a la negación y cada vez más
integrada con la disuasión convencional
y nuclear) está condicionada
por la ambigüedad sobre las capacidades
propias y la comunicación
indirecta. Ello está obligando a replantear
los criterios tradicionales
de la disuasión (Welburn, J.;
Grana, J. y Schwindt, K.: Cyber
Deterrence or How We Learned to
Stop Worrying and Love the Signal.
RAND, Santa Monica; 2019).
15. Lantis, J.: «Strategic Culture and
Tailored Deterrence: Bridging the
Gap between Theory and Practice
». Contemporary Security Policy,
30 (3), 467-485; 2009.
16. Muchos de estos estudios centrados
en la disuasión convencional
han revelado que las motivaciones
del agresor (especialmente
las expectativas inmediatas de sus
élites) pueden influir más que las
perspectivas de victoria o las consecuencias
de alterar el statu quo.
Por lo tanto, su éxito parece estar
más condicionado por las percepciones
del adversario que por la
persuasión de la disuasión. Estas
motivaciones no solamente se relacionan
con el tradicional oportunismo
táctico o agresividad del
régimen, sino también con la insatisfacción
por el statu quo existente
(tal y como está sucediendo con
China y Rusia), el riesgo de colapso
de un régimen (Japón en la Segunda
Guerra Mundial) o cualquier
otra situación que sus élites perciban
como peligrosa e imposible de
resolver por otros medios y que les
puede llevar a aceptar más riesgos
de los que, en situaciones normales,
podrían aceptar.
17. Payne, op. cit., p. 117.
18. Office of the Secretary of Defense:
Nuclear Posture Review, p. 26.
Government Printing Office,
Washington, DC; 2018.■