NACIONAL
Todos ellos recibieron este febrero la
noticia de que su familiar había tenido
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un percance. Los primeros supieron
desde Gerona que su hijo había sufrido
una caída desde un BMR y que debía
ser intervenido en la pelvis; en el caso
de Ana María, su marido había sufrido
un derrame cerebral de misión en Mali.
«Cómo se siente uno en ese momento
no se puede explicar. Un susto así no se
espera nunca», aseguran los tres.
Esa comunicación constante también
aporta calma a los heridos: «Yo no recuerdo
nada del accidente. Me desperté
intubado, y saber que ya se habían puesto
en contacto con mis padres me relajó
mucho. Yo no estaba para nada», asegura
el soldado Calvo. El cabo 1º Ávila, por su
parte, estuvo una semana en coma: «Sé
que a mi mujer no la dejaron sola en ningún
momento», puntualiza. Y es que la incertidumbre
es una de las desagradables
sensaciones que acompañan a este tipo
de situaciones.
Pero no es solo información lo que reciben
afectados y familiares, sino que desde
la UHEFA se cubren todas las necesidades
—materiales y humanas— que se
requieran. A los familiares de Ávila, Calvo,
Cobo y Granados se les facilitó el traslado,
así como la manutención y el alojamiento
mientras estuvieron ingresados. En el
caso de los primeros, en Madrid —después
de que un avión medicalizado trasladase
a los heridos a España—; en el del
último, en Benalmádena (Málaga). «El per-
mitirnos estar en la propia residencia del
Hospital “Gómez Ulla” facilitó mucho las
cosas, podíamos acompañarle las 24 horas
del día», coinciden los padres de Calvo
y Cobo. «Nos sentimos muy arropados.
Siempre estuvimos acompañados por un
militar que nos servía de enlace y pusieron
a nuestra disposición todo lo que pudiésemos
necesitar», añaden. Precisamente,
el protocolo establece que se nombre a
una persona de la propia unidad del herido
para facilitar la información y a la que
El apoyo humano
es uno de los pilares
fundamentales de esta
unidad del Ejército
los familiares puedan acudir. «A nosotros,
un militar nos recogía de la residencia en
Málaga todos los días y nos llevaba al hospital.
El trato fue extraordinario», señalan
los padres de Granados.
En otros casos, el desenlace es aún más
duro. La UHEFA, consciente de esta realidad,
también gestiona los sepelios e
indemnizaciones que sean pertinentes,
siempre en permanente contacto con la
unidad de origen. Bien lo sabe Ana, madre
del cabo Vidal (ascendido a título póstumo),
del Regimiento de Caballería “Lusitania”
nº 8, quien falleció en septiembre
de 2016 en acto de servicio, en Besmayah
(Irak). «Cuando te dan la noticia estás
como en una nube, no puedes pensar en