Virgen del Pilar en la capilla de la
Dirección General de la Guardia Civil (Madrid)
El Obispo de Jaca, benefactor del
Patronazgo de la Virgen del Pilar
Para que la Virgen del Pilar fuera declarada
ofi cialmente Patrona de la Guardia Civil hubo
una persona cuya fe, constancia, fi rmeza e
impulso fueron vitales y decisivos.
Se trataba de un hijo del Cuerpo, que había
llegado a ser aceptado su ingreso en el Colegio
de Guardias Jóvenes de Valdemoro. Finalmente,
fue llamado a seguir otro camino desde el que
prestaría el mejor servicio a su querida Guardia
Civil. Se llamaba Antolín López Peláez y en febrero
de 1913 era el Obispo de Jaca.
Había nacido el 31 de agosto de 1866 en la
casa-cuartel de Manzanal del Puerto (León)
donde su padre estaba destinado como guardia
civil. A los 12 años de edad obtuvo el ingreso en
Valdemoro, si bien renunció al otorgársele una
beca en el seminario leonés de Astorga. Fue uno
de sus alumnos más brillantes.
Siempre orgulloso de su condición de hijo del
Cuerpo, el amor que profesaba por la Guardia
Civil era público y notorio, al igual que su gran
devoción por la Virgen del Pilar, inculcada desde
niño en las casas-cuarteles en que vivió hasta
que marchó al seminario.
En 1905, tras ocupar diversos cargos de
responsabilidad y cuando todavía no había
cumplido 40 años, fue nombrado Obispo de Jaca,
y dos años más tarde, senador del Reino por su
provincia eclesiástica. Ello facilitó su proyección
en la vida pública, social y política española, que
utilizaría siempre para apoyar a la Guardia Civil.
Persona de gran prestigio, estaba considerado
como un destacado intelectual y un escritor
infatigable, si bien su humildad le hacía rechazar
todo tipo de distinciones y reconocimientos
ofi ciales que querían concederle. Miembro de las
Reales Academias de la Lengua, de la Historia,
de Bellas Artes, de las Ciencias Morales y Políticas,
era autor de más de una veintena de obras de
diversa temática, algunas de ellas traducidas al
alemán, francés, italiano y portugués.
Mantenía gran amistad con una persona clave
en el proceso de declaración del patronazgo: el
provicario general castrense, Jaime Cardona y
Tur, Obispo de Sión y Patriarca de las Indias, así
como senador del Reino por el Arzobispado de
Valencia.
El Obispo de Jaca realizó en aquel periodo
multitud de gestiones ante él y otras altas
personalidades, a favor del patronazgo ofi cial
de la Virgen del Pilar para la Guardia Civil. Su
actuación y perseverancia fueron decisivas
para obtener fi nalmente el preceptivo informe
favorable de la vicaría general castrense.
A los pocos meses de ser declarada la
Virgen del Pilar Patrona de la Guardia Civil, fue
nombrado Arzobispo de Tarragona. El benemérito
Instituto, siempre bien agradecido, aprovechó
su entrada ofi cial en la capital tarraconense,
el 23 de noviembre de 1913, para que una
escuadra de batidores a caballo de la Guardia
Civil, encabezara marcialmente la comitiva
eclesiástica.
Poco después, el 3 de abril del año siguiente,
el hijo de aquel guardia civil de la Comandancia
de León, que tanto y tan desinteresadamente
había hecho por el benemérito Instituto, recibió
un sencillo pero emotivo detalle.
El coronel Benito Beorlegui Mendizábal,
subinspector del Tercio de Tarragona,
acompañado de una nutrida representación de
guardias civiles de todos los empleos así como
de las primeras autoridades civiles y militares de
la provincia, le entregó una copia de la instancia
de 1878 solicitando su ingreso en la Compañía de
Guardias Jóvenes. Reproducida en un artístico y
policromado álbum había sido fi rmado por todos
los jefes y ofi ciales del Cuerpo.
Cuatro años más tarde, el Arzobispo de
Tarragona tendría otra satisfacción moral más por
parte de la Guardia Civil, al ser invitado a asistir el
12 de octubre de 1918, a los actos de la Patrona
que se celebraron en Valdemoro.
Al fallecer inesperadamente el día 22 del
mes siguiente en Madrid, el Director General de
la Guardia Civil, teniente general Juan Zubia
Bassecourt, acompañado de sendas comisiones
de jefes, ofi ciales y clases de tropa del Cuerpo,
acudió a testimoniar su más sentido pésame
a la residencia de Padres Escolapios donde se
velaban sus restos mortales.
Cuando su cadáver fue trasladado hasta Reus
para recibir sepultura en Tarragona, un piquete de
honor, compuesto por un sargento y siete guardias
civiles sacaron del tren el féretro a hombros para
depositarlo en un túmulo que escoltaron por
Noviembre - 2020 Armas y Cuerpos Nº extraordinario 2020 65