CHEVALIERS Y SAMURÁIS. COMPARACIÓN ENTRE LA… 215
En tanto que gobierno paralelo al del Emperador (que no fue depuesto,
y que seguía contando con su cámara de cortesanos, pero cuyo rol había
quedado eclipsado por los guerreros), el gobierno Kamakura elevó a los
antiguos soldados imperiales al nivel de clase social, conformando así una
estructura de «poder dual» entre los guerreros y los cortesanos imperiales20.
Estos eran llamados bushi (“guerreros”), y como si de los legionarios romanos
se tratase, no habían sido sino peones del Emperador. Pero eso cambió
con la nueva era, en la que nació una conciencia de estamento para esos
otrora humildes soldados.
Si algo los diferenciaba ampliamente de los legionarios, era que los
bushi¸ ya en época imperial, tenían al caballo como su símbolo social indiscutible.
En tanto en cuanto ejercían labores de vigilancia y caza de bandidos,
estos guerreros iban necesariamente montados, cosa que, con el tiempo, sirvió
de caldo de cultivo para la identidad estamental de estos «caballeros»
que ya no se veían representados en la Corte.
Como algunos autores afirman, la de los Minamoto fue una «revolución
conservadora», en defensa de las clases guerreras terratenientes de las
provincias, en contra del poder centralizador de Kyoto21, cosa que nos podría
recordar a los pretorianos romanos y su afán por controlar a la corte. Sea
como fuere, a partir de Kamakura se originó el feudalismo japonés, durante
el cual los bushi terratenientes fueron concentrando su poder en las provincias,
a la par que establecían relaciones interpersonales de lealtad mutua
con las que obtener vasallos que engrandecieran su poder. Así, durante los
siglos XII y XIII vemos que las regiones periféricas elevan progresivamente
el tono en contra de las dos capitales (tanto la imperial-simbólica de Kyoto,
como la shogunal de Kamakura).
Los gokenin, los “vasallos honorables” del Shogún (equiparables a
duques y condes, vasallos del Rey), que a la sazón actuaban como señores
feudales independientes, fueron ampliando sus huestes, aprovechando la debilidad
del gobierno Kamakura que, pese a sus esfuerzos centralizadores, no
podía controlar todo el territorio. Redes clientelares y familiares cubrieron
todo Japón, dando origen a verdaderos linajes guerreros, en contraposición
a los ya existentes linajes cortesanos.
Poseer un caballo y luchar sobre él eran las señas de identidad de
estos grandes nobles, que desarrollaron una verdadera identidad propia en
los siglos XIII y XIV. Si en Europa se podía hablar de la «Era del Caballo»,
20 IKEGAMI, Eiko: La domesticación del samurái. Anthropos Editorial, Barcelona, 2012,
pág. 70.
21 KAIBARA, Yukio: Historia del Japón. Fondo de Cultura Económica, México D.F.,
2000.
Revista de Historia Militar, 128 (2020), pp. 215-238. ISSN: 0482-5748