LA PROBLEMÁTICA DE LOS CUARTELES EN LA AMÉRICA HISPANA 43
En fecha de 18 de abril de 1792, el Gobernador informaba del asunto
al Ministro de la Guerra, el conde de Campo de Alange, y le comentaba las
circunstancias personales del capitán en los siguientes términos que nos resumen
el contexto que rodeaba al tema:
Este oficial no se halla en posesión de su patrimonio que está bajo la
curaduría de su madre viuda, y dudo pueda disponer de él. Muy conveniente
sería la obra que propone, pero que fuese por los mismos medios
que todas las de la Corona; después de haber comprado el pretendiente el
empleo de Capitán que tiene, parece que quiere comprar también uno de
Jefe, y esto aunque sea laudable su celo, dudo que pueda ser conveniente.
El capitán Estrada había dado inicio a su petición el 26 de octubre de
1791. En ella manifestaba que después de estudiar matemáticas en Francia,
en el Real Colegio de Sorèze, había pasado a España, obteniendo del Rey
una de las compañías del tercer batallón del Regimiento Fijo de La Habana,
dispensadas a beneficio. Continuaba su relato diciendo que le había tocado
vivir una época de paz, que en aquellas tierras del Caribe no había habido
conflictos en los que mostrar la valía, por lo que había considerado oportuno
aportar algo a la Patria sufragando la construcción de un cuartel, pues el de
San Telmo32, donde estaba el Regimiento Fijo era pequeño, no pudiendo
alojar más que un batallón, por lo que el otro batallón estaba en el Castillo
de San Carlos de la Cabaña, dispersión que a su juicio no era buena para
ninguna unidad militar.
Continuaba diciendo el capitán Estrada que el Castillo de San Carlos
de la Cabaña está, como el Morro, al otro lado de la bahía, por lo que para
facilitar el paso del personal a la ciudad, la Real Hacienda tenía que tener
dos lanchones y una falúa, lo que suponía un gran gasto. Por si esto fuera
poco, para ir y volver la tropa desde la fortaleza al embarcadero con el fin
de ir a la ciudad para explayarse, tenía que hacerlo por malos caminos en los
que se estropeaban los uniformes, lo que propiciaba el que terminaran cayendo
en el juego, el robo y otros delitos para costear los gastos que aquello
Revista de Historia Militar, 128 (2020), pp. 43-70. ISSN: 0482-5748
conllevaba.
Ante esa necesidad del cuartel, el capitán Estrada se ofrecía a sufragar
los gastos, y con la contrapartida de que se le nombrase Coronel con sueldo
de vivo y agregado al Regimiento Fijo de La Habana. El proceso se dilató
hasta el año 1793 y finalmente ni se construyó el cuartel, ni nuestro capitán
ascendió.
32 El cuartel de San Telmo estaba situado frente al baluarte de San Telmo, entre la Punta
y la Real Fuerza, entre las actuales calles de Cuba y Chacón, habiendo desaparecido en
el siglo XIX.