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una puerta secundaria. Por su parte, el “Area Yerma” no figura con acceso al
exterior. El mismo carácter de espacios independientes lo muestra el hecho
de que cada uno de ellos dispone de su propia cocina y letrinas, además de
una fuente y/o pozo en cada patio.
Al respecto de los patios, las dos casas tienen dos de los lados de
éstos abiertos con arcos de medio punto formando pandas, mientras que los
otros dos lados, así como los cuatro del “Área Yerma”, son paredes cerradas
abiertas con ventanas.
Cabe pues plantearse con este ejemplo lo que ocurría con otros muchos
cuarteles, tal como también sucedía en la Península, el que ante la falta
de cuarteles se aprovechaban, lo mejor que se podía, edificios que habían
sido construidos para otros destinos y que por distintas causas se entregaban
al Ejército, debiendo plantear los ingenieros militares las reformas oportunas.
De estos edificios, unos funcionaron bien y han llegado como cuarteles
hasta nuestros días, pero otros fueron un desastre, porque a pesar de las
obras llevadas a cabo, sus tipologías originarias malamente podían adaptarse
a su nueva función, tan específica, aún a pesar de las constantes obras que
mientras funcionaron como acuartelamientos requirieron y casi siempre se
acometieron. Fue este sin duda uno de los mayores males de los cuarteles
españoles, tanto en la Península como allende los mares.
LAS CUESTIONES SOCIOLÓGICAS EN LOS CUARTELES
El cuartel de Milicias de La Habana
La construcción del cuartel de Milicias en la ciudad de La Habana
refleja una situación que no se dio en la España peninsular, pero que sin
embargo muestra las condiciones sociológicas que ocurrieron en Hispanoamérica
y que marcaron bastantes aspectos de su cultura y del día a día,
derivados de la mezcla de razas y de clases sociales allí existentes; pero
vayamos por partes.
Recordemos que, en principio, los cuarteles de milicias no eran locales
donde vivir la tropa, sino edificios destinados exclusivamente a guardar el
vestuario y el armamento de los milicianos, aunque sí solían tener una zona
donde reunirse e incluso algunos donde poder alojarse. El de La Habana que
vamos a comentar, fue construido en 1787 en la Habana Vieja, entre las calles
de Empedrado y Monserrate, siendo el cuartel más grande de la ciudad en el
siglo XVIII y que prolongó su actividad como cuartel hasta el año 1844.
Revista de Historia Militar, 128 (2020), pp. 52-70. ISSN: 0482-5748