NACIONAL
EL TRABAJO DE LOS ARMEROS
Una vez que se han revisado las medidas de seguridad, los armeros pueden comenzar
su trabajo y cargar las bengalas. Para ello se equipan con un traje ignífugo y todo el
material de protección necesario, ya que encendidas pueden llegar a alcanzar una temperatura
de 2.000 grados. Además, comprueban que alrededor del helicóptero no hay
componentes electrónicos encendidos y se verifica el lote y la caducidad del material. El
HT-29 tiene capacidad para cuatro cargadores de 32 bengalas cada uno, que hacen un
total de 128. Una vez realizada esta operación, cercioran, junto con los aviónicos, que no
hay corrientes eléctricas en el helicóptero. Más tarde se introducen los cargadores en
su alojamiento y se informa al jefe de la aeronave de que ya están cargadas. Al culminar
el vuelo, armeros y aviónicos revisan de nuevo que no haya corrientes eléctricas en el
helicóptero, y se extrae el cargador y se guarda en un contenedor seguro. Las bengalas
tienen una vida de 60 horas, por lo que pasado este tiempo habría que destruirlas.
EL PAPEL DE LOS PILOTOS
Cuando las bengalas están cargadas, los pilotos ya pueden salir a volar y realizar el lanzamiento,
según el protocolo del ejercicio. No obstante, hacen una serie de comprobaciones
adicionales en sus procedimientos habituales de vuelo y tienen en cuenta varias
limitaciones que cambian en la aeronave con el sistema de guerra electrónica instalado.
Por su parte, durante el lanzamiento se encargan de seleccionar, a través de la interfaz,
el modo y la secuencia del disparo. Una vez que están desactivados todos los sistemas
de inhibición y reconocida la amenaza, las bengalas pueden ser dispensadas. ¢
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