buques de la Armada española que montaron un sonar de profundidad varia-ble,
VDS) y de poder llevar un helicóptero embarcado, su vida operativa
quedó reducida a 13 años, de 1969 a 1982, la del Roger de Lauria, y a 11 (18),
de 1970 a 1981 (1988) (4), la del Marqués de la Ensenada.
Conclusiones
De todo lo anterior se puede colegir que el fiasco de los Audaz y
los Oquendo fue una clara consecuencia del retraso industrial producido por
la Guerra Civil, la Segunda Guerra Mundial y los años del aislamiento inter-nacional
de España, así como de la poca previsión del Gobierno que, basada
en planes ambiciosos, carecía de la capacidad industrial necesaria, a lo que se
unía haber instalado en los 12 buques esa infernal maquinaria francesa, que
falló de forma demasiado frecuente e intempestiva (5), así como haber cons-truido
unos buques tan poco marineros, que adolecían de estabilidad y que
tenían un peligroso comportamiento dinámico, especialmente por la cantidad
de agua que embarcaban en mares procelosos, circunstancia esta última que,
como ya hemos visto, al menos se corrigió en el Roger de Lauria y en el
Marqués de la Ensenada.
BIBLIOGRAFÍA
AGUILERA, Alfredo, y ELÍAS, Vicente: Buques de guerra españoles, 1885-1971. Editorial San
Martín, 1980.
BLANCO NÚÑEZ, José María: La construcción naval en Ferrol, l726-2011. Colección Naval
Navantia, 2011. No venal.
COELLO LILLO, Juan Luis: Buques de la Armada española. Los años de la postguerra. Editorial
Aqualarga, 2000.
TAPIA, Blanca, y MAZARRASA, Javier de: «1966. Naufragio de la fragata Ariete». Revista Espa-ñola
de Defensa, núm. 218, abril 2006.
TEMAS GENERALES
(4) Estaba prevista su baja en la Armada en 1981, pero como ese año sufrió un atentado de
la organización terrorista ETA estando el buque atracado en Santander, se procedió a reparar
sus daños para mantenerle operativo hasta 1988, con el fin de no aparentar que se le daba de
baja por aquella circunstancia.
(5) No sé si la E. N. Bazán de entonces conocía que, años antes de iniciarse la construcción
de los buques españoles, en las pruebas del destructor francés Le Terrible, el tercero de los seis
de la clase Le Fantasque, que entró en servicio en 1935, en las turbinas Rateau-Bretagne que
montaba se rompieron algunas de sus palas, lo que requirió reparaciones prolongadas, con la
consecuencia de un notable retraso en la entrada en servicio del buque.
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