Memorial de Aviación del Ejército de Tierra, n.º 2
ciplinas. Así, en 1897, se crea el Laboratorio de
Material de Ingenieros (Calle Princesa, Madrid),
donde se realizaron pruebas comparativas de cilindros
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para contener gas hidrógeno a presión, dinamómetros,
análisis de diversas clases de ácidos
sulfúricos y gas hidrógeno, telas cauchutadas para
globos, etc.
En 1904, el ya teniente coronel Vives apoya la
creación en Madrid del Centro de Ensayos de Aeronáutica
y un laboratorio anejo, colaborando con
el ingeniero de caminos, matemático e inventor D.
Leonardo Torres Quevedo para realizar los ensayos
de sus nuevos dirigibles. En este laboratorio
también trabajó el capitán de Ingenieros D. Alfredo
Kindelán Duany, construyendo un generador
de hidrógeno, un comprobador de impermeabilización
de las telas, dos modelos de dirigibles a escala
para realizar ensayos de resistencia al viento
y la estabilidad de forma en vuelo (construyendo
su propio túnel aerodinámico), etc.
El Servicio de Aerostación también se encargaba
de las conferencias teórico-prácticas, por las que
oficiales de cualquier arma o cuerpo se ejercitaban
en todo lo referente a ascensiones cautivas y libres
hasta obtener el título de piloto o de observador
desde barquilla, haciendo ejercicios conjuntos con
unidades de Artillería y con la Escuela de Tiro de
Carabanchel.
Nacimiento de la Aviación Militar
Pronto la evolución de la aviación iría imponiéndose
a la aerostación, aunque esta aún se consideraba
de gran utilidad: «El conocimiento perfecto,
tanto en su parte teórica como en su parte práctica,
de las ascensiones libres del globo esférico, es indispensable
para todos los que aspiren a ser pilotos
de dirigibles y muy útil para los aviadores. Claro
es que unos y otros necesitan además un perfecto
conocimiento del motor, para lo cual puede ser sumamente
útil la práctica del automovilismo, y más
aún la de la motocicleta».
Pronto la evolución de la aviación iría imponiéndose
a la aerostación, aunque esta aún se consideraba
de gran utilidad: «El conocimiento perfecto,
tanto en su parte teórica como en su parte práctica,
de las ascensiones libres del globo esférico, es indispensable
para todos los que aspiren a ser pilotos
de dirigibles y muy útil para los aviadores. Claro
es que unos y otros necesitan además un perfecto
conocimiento del motor, para lo cual puede ser sumamente
útil la práctica del automovilismo, y más
aún la de la motocicleta».
El ya coronel Vives y los capitanes Kindelán y
Emilio Herrera fueron enviados a Inglaterra, Francia
e Italia para estudiar la aplicación militar de
dirigibles y aeroplanos, adquiriendo finalmente en
1911 tres biplanos Farman que se incorporarían en
el nuevo centro de experimentación de aeroplanos
y escuela de pilotos creado en Cuatro Vientos: el
primer aeródromo de la aviación militar española.
El Coronel Vives es nombrado como jefe de este
centro, y seria quien redactaría su programa de estudio
e instrucción, correspondiéndole también el
honor de ser el primer director de la escuela de
helicópteros del Ejército.
Col. Vives y Cap. Kindelán en avión Henry Farman,
1911 (Archivo General Militar de Madrid).
Ese año, impartido por los franceses Geo Osmont
y Jean Dufor, se realiza el primer curso militar
de pilotaje de aeroplano en Cuatro Vientos. Cinco
oficiales de Ingenieros de Guadalajara, y que
eran ya pilotos aerosteros, constituyeron la primera
promoción de pilotos militares españoles, siendo
grandes precursores del desarrollo de la ciencia
y la industria de la aviación, tanto militar como
civil:
• Cap. Alfredo Kindelán. Titular de la licencia
nº 1 de piloto de aeroplano, fue el gestor ideológico
de la aviación militar española; primer
Jefe de Escuadrilla, primer Jefe de la rama de
Aviación en 1913 y, en 1926, Jefe Superior de
la Aeronáutica, impulsando las reformas que
llevaron la creación del Ejército del Aire en
1939.