de España”, pero no mencionó el asunto del bordado
regio. A cambio, el general Francisco Hidalgo
de Cisneros, director de la AGM, sí incidió en
ese tema en la orden del día, en su discurso y en
un folleto distribuido a asistentes y prensa. Quedaba
así fi jado el relato de la “reina que bordó
nuestra Bandera”, que había de ser mantenido
y potenciado durante varias décadas. En ocasiones
incluso se le añade que María Cristina la
había entregado personalmente en 1886, por la
incorrecta interpretación de las palabras “bordada
y entregada por augustas manos”. Como
muestra, baste un texto muy reciente:
Al no tener bandera propia, adoptó provisionalmente
la de la Academia de Infantería,
hasta que S.M. la Reina Dª María Cristina bordó
una, que entregó al Centro el 17 de julio
de 1886 (Instituto de Historia y Cultura Militar,
folleto de la exposición itinerante “Banderas
históricas de España”, 2019).
Una vez cumplida su labor de “transformación”,
el 28 de febrero de 1943 se despedía de
Zaragoza la Academia de Infantería para fusionarse
con la de Guadalajara a la espera de
que concluyesen las obras de construcción de su
nuevo recinto en Toledo5. De esa forma quedaba
la AGM como único centro y su Bandera como
única enseña en el acuartelamiento de la carretera
de Huesca. Pero no por ello terminaban los
hechos especiales de la ya larga existencia de
la enseña, pues el 5 de junio de 1943 volvió al Alcázar
para la renovación del juramento de la XIV
promoción de Infantería.
El siguiente hecho relevante fue en realidad
un “no-hecho”, pues se trató de considerar la tan
asendereada Bandera como una excepción. En
concreto, no le afectó el reglamento de insignias,
banderas y distintivos del 11 de octubre de 1945,
que venía a uniformar la gran variedad de tamaños,
colores y escudos existentes en las enseñas
de las Fuerzas Armadas tras los sucesivos cambios
de régimen. Lo más relevante del mismo era la
sustitución del escudo decimonónico (circular y
reducido a las armas de Castilla, León y Granada)
por el completo con el águila de san Juan.
Cuando en marzo de 1946 el ya general Amado
asumió la dirección de la AGM, se reencontró
con el símbolo ante el que había jurado en 1907
y traído a Zaragoza en 1940. Y sobre el cual había
creado la versión dominante acerca del bordado
regio, que habría de potenciar durante su
mandato con la instalación en 1949 de un busto
dedicado “A la reina que bordó nuestra Bandera”.
Del siglo XIX al XXI
Cuando en 1981 cambió el escudo nacional,
la Directiva 3/82 del ministro de Defensa ordenó
la sustitución de todas las enseñas de unidades
y centros militares en un plazo de tres años, pero
La Bandera de la Academia durante un desfi le
38 Armas y Cuerpos Nº 146 ISSN 2445-0359