como el panteón de Fernando Primo
de Rivera, en el cementerio de San
Isidro de Madrid (actualmente transformado);
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el de Luis Chico, en el cementerio
de la Almudena de Madrid,
o el de Espinosa Orive, en el cementerio
de Bilbao, entre otros muchos.
LOS ESCULTORES
ESPAÑOLES Y LA
EXTENSIÓN TERRITORIAL
DE LOS HOMENAJES
Todos los grandes escultores españoles
de la época participaron en
este ciclo iconográfico. Con ello demostraban
que la sociedad española
estaba muy sensibilizada con los
efectos de la guerra y con el significado
que se daba de ella.
Así, contamos con varias obras de
Mariano Benlliure -escultor que expresó
personalmente su interés en
estos temas- y de algunos de sus
discípulos, como Mariano Rubio
(monumento ecuestre de Fernando
Primo de Rivera) o Carlos Arévalo
Cruz (monumento de la sanidad militar,
en Carabanchel). Otros grandes
autores cuentan también con trabajos
señeros, como Julio González
Pola (monumentos a Julio Benítez,
en Málaga, y a la duquesa de la
Victoria, en Madrid y Cádiz), Enrique
Pérez Comendador (monumento a
González Tablas, en Ceuta), Lorenzo
Coullaut Valera (monumento a Félix
Arenas, en Molina de Aragón), Higinio
de Basterra (monumento a los
vizcaínos caídos en la guerra, en Bilbao),
Gabriel Borrás (monumento a
los caídos, en San Fernando), Jacinto
Higueras (monumento a Pablo Arredondo,
en Baeza; a Jordán de Urriés,
en Zaragoza, y a Leopoldo Saro, en
Úbeda), Emiliano Barral (busto de
González Tablas) o Francisco Asorey
(monumento de Ferrol).
Pero, como decíamos, la nómina es
realmente elevada, pues ocupa a
muchos escultores relevantes que
realizaron obras por toda España:
Luis Marco Pérez (Cuenca), Manuel
Basterra (Bilbao), Vicente Navarro
(Granollers), Francisco Maurín (Menorca),
Joan Piqué (Barcelona), Enrique
Cuartero (Cabanillas del Campo),
Virgilio Garrán (Melilla), Agustín
López Mira (Ferrol), Juan José García
(Melilla), Antonio Navarro Santafé
(Villena), Ángel García (Carabanchel),
Manuel García González (San
Fernando), Fructuoso Orduna (Pamplona)
y Juan López (Melilla).
Estos monumentos y testimonios
están repartidos por toda España.
Hagamos un breve acercamiento
por regiones: en el norte hemos
contabilizado representaciones escultóricas
en Galicia (La Coruña,
Pontevedra y Ferrol), Asturias (Pimiango),
Cantabria (Santander y
Puente Viesgo), País Vasco (Bilbao y
Álava), Navarra (Pamplona) y La Rioja
(Hormila); también en Aragón (Zaragoza,
Molina de Aragón y Jaca), Cataluña
(Barcelona y Granollers), las
Melilla: placa Melilla a las Víctimas, del monumento a los caídos en las operaciones de la Guerra del Rif en 1921,
procedente de Monte Arruit, fotografía A. Bravo