Santa Bárbara
Homilía para la solemnidad de
santa Bárbara, patrona del
Arma de Artillería
Monseñor don César Augusto Franco Martínez,
obispo de Segovia.
La celebración de santa
Bárbara, patrona del Arma
de Artillería, es una ocasión
idónea para pedir por quie-nes
os preparáis a servir a
la patria con valentía, ho-nor
y fidelidad en el ejercicio
de vuestra misión, que es el
bien común de los españoles.
En esta súplica ponemos por
intercesora a la virgen y már-tir
santa Bárbara, cuya his-toria
no es preciso recordar,
y cuyo patrocinio se remon-ta
más allá de 1522. Sabe-mos
que en la fiesta de santa
Bárbara de dicho año, cuyo
quinto centenario se inicia en
esta celebración, el alcaide
del castillo de Burgos conce-dió
una cantidad de pólvora
a los artilleros de la fortaleza
para disparar salvas en ho-nor
de santa Bárbara. Hoy
honramos a vuestra patrona,
no con salvas de cañonazos,
sino con la eucaristía y con
el testimonio de vuestras vi-das,
que es la mejor ofrenda,
como ayer me decía la Aso-ciación
de Señoras de Santa
Bárbara, a quienes saludo
con mucho afecto.
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¿Qué puede enseñaros
santa Bárbara como patro-na?
Puede resultar extraño
que una virgen y mártir, que
prefirió perder la vida antes
que negar a Cristo, sea patro-na
de artilleros del siglo XXI.
Aunque se vincula su patro-cinio
con su intercesión ante
la fuerza de los rayos y las
tormentas, es claro que vo-sotros
no tenéis como misión
frenar y detener el ímpetu
de la naturaleza. Pero rayos
y tormentas son símbolo de
otros poderes que represen-tan
peligros para el pueblo al
que prometéis defender. Y en
esa defensa, santa Bárbara
puede ser, no solo patrona
sino modelo de honor, valen-tía
y fidelidad. ¿Dónde está
su secreto?
Las lecturas que hemos
escuchado nos ofrecen la
clave de su patrocinio. En el
martirologio romano vuestra
patrona es aclamada y reco-nocida
como virgen y mártir.
Ambos calificativos nos ha-blan
de un amor exclusivo
a Cristo que defendió contra
toda adversidad, incluso por
encima del amor paterno que
buscaba apartarla de la fe
cristiana.
En la lectura del profeta
Oseas, uno de los más insig-nes
poetas del pueblo judío y
del Antiguo Testamento, he-mos
leído una declaración de
amor del mismo Dios, que se
puede aplicar no solo a santa
Bárbara sino a todo cristiano
que le sigue con fidelidad: «Me
desposaré contigo para siem-pre,
en justicia y derecho, en
misericordia y en ternura, me
desposaré contigo en fideli-dad
y conocerás al Señor» (2,
21-22). Dios habla como un
enamorado que busca amar
sin reservas ni condiciones,
con fidelidad eterna. Ese es el
verdadero amor, fundamento
de todo servicio a la huma-nidad.
Esta exclusividad del
amor nos ayuda a no disper-sarnos
en multitud de inte-reses
propios y terminar por
amarnos solo a nosotros en el
egoísmo que sofoca nuestras
fuerzas. Santa Bárbara amó a
Cristo con toda su capacidad