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Memorial de Infantería 72

ASPECTOS INSTITUCIONALES pese a las bajas que causaba la eficaz artillería enemi-ga. Se abrieron amplias brechas, pero los bien mandados franceses construían «reparos» interiores. El primero de agosto, ante la inminente llegada por mar del marqués de Saluces con 5.000 hombres, se dio el último y durísimo asalto, que fue rechazado con gran habilidad y ánimo de los defensores. Gonzalo ordenó el repliegue a una línea fuerte. La operación había fracasado, nuevamente la ven-taja Orografía 26 era francesa12. El dispositivo de repliegue fue estándar, con el grueso amparado por una fuerte retaguardia española de caba-llería e infantería, al mando del coronel Villalba y los gran-des capitanes Paredes, Navarro y Pizarro13. Al conocerlo, los franceses se crecieron enormemente, y sin espera a los refuerzos «salieron del arrabal con gran furor y dieron en la rezaga con grandísimo corazón y ánimo14», apoyados por la artillería de la plaza y, en improvisado esfuerzo combinado, por la naval. Fueron rechazados, pero el Gran Capitán acudió de inmediato para dirigir personalmente la batalla, pues se corría el riesgo de que el dispositivo de seguridad fuera sobrepasado, mientras el grueso continuaba su marcha. Se rechazó un segundo gran ataque, contraatacando los españoles hasta meter-los en el recinto y haciéndoles numerosas bajas, lo que permitió replegarse definitivamente. «El Gran Capitán hizo en esta batalla grandes cosas de su persona, y lo mismo hicieron todos los demás capitanes españoles»15. A la defensiva El escenario general correspondía a lo que entonces se denominaba Terra di Lavoro (Norte de Campania), que limitaba al Norte con los Estados Pontificios. Maci-zos y líneas de alturas obligaban a ceñir el avance a los 12 Suárez, L., op. cit., pág. 288. 13 Crónica General, pág. 192. 14 Ibíd., pág. 193. 15 Ibíd. malos caminos, especialmente si se trataba de fuerzas importantes, que se abastecían con pesados carros. Sin el valor financiero del entorno de Ceriñola, su nombre transmite cierta importancia agrícola, forzosamente centrada en los valles, objetivo a dominar. El terreno abierto, apto para una batalla campal, se ha-llaba en el valle del Liri, y en la margen oriental del Garellano, hacia la costa. Consecuentemente Gonzalo adelantó su dispositivo en el norte, controlando la primera de estas zonas –y el camino principal– mediante el dominio de las principales fortalezas. Más al Sur se apoyó en el Garellano, un obstáculo muy considerable, crecido con las lluvias y de orillas algo es-carpadas. Tras caer enfermo el prestigioso La Trémouille, Luis XII entregó el mando a Juan Francisco Gonzaga, marqués de Mantua que, como vimos en la primera parte de este ar-tículo, se atribuyó hábilmente la dudosa victoria de For-novo. No había nadie con más prestigio o rango entre los italianos16. Aquellos ejércitos multinacionales estaban acostumbra-dos a seguir las órdenes de extraños, pero ¿y los fran-ceses? Aún hoy es notable la escasez de comunicaciones entre Roma y Nápoles, el objetivo estratégico. El camino prin-cipal atraviesa zonas fuertes, pero no impracticables, que en el área más abierta controlan los castillos de Rocase-ca, Montecasino, Roca Guillerma y, en profundidad, Roca de Evandro. Bordear esta vía al interior implicaba moverse en un te-rreno mucho más difícil, en el que las fuerzas más pesadas se verían entorpecidas en su avance por la dureza de un terreno favorable a las más ligeras tropas italo-españolas. Tras un estancamiento a la muerte del Papa Borja, a final de octubre iniciaba la marcha desde Roma hacia el sur el segundo gran ejército multinacional francés17. En este momento las fuerzas enemigas, como mínimo, triplicaban a las de Gonzalo18, perfectamente informa-do por el procedimiento de contar las tropas en el camino. 16 Conviene recordar cómo el rango no había sido el criterio para es-coger a Gonzalo para un mando independiente y alejado de España. 17 En las crónicas frecuentemente se generaliza, y se denomina a to-dos como franceses, lo que no era ni mucho menos cierto, salvo en el sentido de encontrarse al servicio del rey de Francia. La Crónica general puede llevar al error contrario al aludir repetidamente a que el ejército era el levantado en Génova. Sin embargo, la composición del mismo, incluye numerosos gascones, suizos, italianos, norman-dos y otros franceses. 18 Lojendio, 240.


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